En la primera década del siglo XXI, mientras la izquierda se expandía por America Latina, México y Colombia, dos de los mayores países de la región, eran gobernados indiscutiblemente por la derecha. Pero en plena «ola progresista» en retirada, ambos países han llegado a las elecciones en un clima polarizado ideológicamente. ¿Cuales son las pistas del avance de la izquierda y de los resultados electorales opuestos en estos dos países?
En los últimos tiempos, la violencia vinculada al narcotráfico, que asola a México desde principio de siglo, ha sido comparada con la sufrida por el país cafetero en los 80’ y 90’. Sin embargo, las similitudes entre ambos países trasciende el narcotráfico. Según afirma Martha Ardila en su artículo, Colombia y México: hacia ¿diplomacias democráticas de baja intensidad?, publicado en la revista Desafíos, “tradicionalmente, estos dos países han sido vistos como democracias estables”, ya que no sufrieron dictaduras militares como la mayoría de los países latinoamericanos.
Al igual que el resto de países que miran al océano Pacífico, Colombia y México practican el libre mercado y se inscriben dentro de un modelo neoliberaly aperturista. Durante la década del 80’, México transformó su modelo de desarrollo, y hacia los 90’, ya era una de las economías subdesarrolladas más abiertas, enmarcada en el TLCAN. Colombia, a un ritmo más lento, también ha venido abriendo su economía, centrándose en la inversión extranjera y suscribiendo numerosos tratados de libre comercio. Desde el 2010, junto a Chile y Perú, ambos países integran la Alianza del Pacífico.
el país norteamericano “ha venido perdiendo credibilidad” para el resto de la región, no solo por el narcotráfico, la corrupción y la violencia, sino también por su cercanía a los “intereses de los Estados Unidos”
A lo largo de la historia, Estados Unidos ha sido para ambos el principal referente de su política exterior. Esta relación, caracterizada tanto por cercanía e ideología, —mayormente en el caso colombiano— se basa, según Ardila, en una “interdependencia compleja asimétrica”. México, junto a Brasil, son las dos potencias de América Latina, sin embargo, en los últimos años, el país norteamericano “ha venido perdiendo credibilidad” para el resto de la región, no solo por el narcotráfico, la corrupción y la violencia, sino también por su cercanía a los “intereses de los Estados Unidos”. Colombia por otro lado “se encuentran en ascenso”, debido a una considerable disminución de la violencia en la ultimas décadas y al reciente Proceso de Paz que puso fin al conflicto armado con la guerrilla de las FARC. Pero a pesar de la mayor distancia, siempre ha priorizado su relación con Estados Unidos y la región andina, antes que con otros países latinomericanos.
Más allá de las similitudes, políticamente los dos países han recorrido caminos diferentes. Colombia ha estado históricamente en manos de un oligopolio partidista liberal-conservador, donde predominaron el clientelismo y la maquinaria política, y en el cual la izquierda se vio siempre arrinconada y en gran medida optó por actuar por fuera del sistema. Socialmente siempre ha sido considerada como un país “godo”, extremadamente conservador. Sin embargo, el reciente Proceso de Paz, hizo caer en cierta medida el tabú de la izquierda e impulsó el lento crecimiento de ésta en las ultimas décadas.
México, tras la inestabilidad política de su primer siglo, vivió a partir de 1910 una revolución nacional, de corte burgués que transformó cultural y políticamente al país. Entre 1934 y 1940, el presidente Lázaro Cárdenas, radicalizó la revolución: enterró el feudalismo, expropió la industria petrolera, realizó la reforma agraria y fundó la central de trabajadores. Sin embargo, con los años, el partido, —actual PRI— que gobernó ininterrumpidamente hasta el año 2000, se fue inclinando a la derecha obligando a los sectores de izquierda y al propio Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del ex presidente, a abandonar la agrupación y formar el partido de centro izquierda PRD. En el 2000 el Partido de Acción Nacional, también de derecha, rompió durante dos períodos la racha del PRI que volvió a ganar en el 2012 con Peña Nieto.
En este contexto, y debido a la posible victoria de la izquierda en ambos países, las recientes elecciones se llevaron a cabo en un clima extremadamente polarizado. Los partidos de derecha señalaron tanto a Petro como a López Obrador como populistas representantes del “castrochavismo”, y apuntaban a la estabilidad a través de la continuidad. Pero más allá de similitudes, los resultados en las elecciones fueron opuestos. En Colombia el contexto económico estable, la disminución de la violencia de las ultimas décadas a partir de los gobiernos de Álvaro Uribe, y el rechazo de la mayoría a los acuerdos de paz en el plebiscito de 2016, favorecieron al “uribista”, Iván Duque. Pero si bien la derecha, representante del status quo, ganó cómodamente en segunda vuelta, la izquierda alcanzó un histórico 40%.
México sin embargo, llegó a las elecciones en una situación diferente. El hartazgo con la violencia, la impunidad y la corrupción marcaron la necesidad de un cambio. Además, López Obrador, a diferencia de Petro en Colombia, contó con la maquinarias y redes clientelares territoriales que le brindaron los apoyos definitivos. Y así, por primera vez desde 1934, la izquierda alcanzó el poder con el mayor respaldo de la historia de México.
Foto de Presidencia de la República Mexicana en Trend hype / CC BY
Autor
Periodista, Máster en Periodismo de la Universidad de Barcelona y en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Complutense de Madrid.