La construcción de partidos para los dirigentes outsiders es esencial para su supervivencia y la experiencia argentina demuestra que para sobrevivir en política, es necesario integrar un partido político. Consciente de ello, a lo largo de su primer año de gobierno, uno de los objetivos de Javier Milei ha sido la construcción de su partido para poder seguir siendo competitivo electoralmente.
El año 2025 es un año de particular relevancia para la presidencia de Javier Milei. No solo por el contexto internacional o por la visibilidad que ha ganado en la agenda mediática y política global. Lo es porque en 2025 deberá superar la primera prueba electoral. En las elecciones de 2021 y 2023, el hoy presidente argentino se postuló como un “candidato antisistema”. Es decir, concentró sus propuestas a partir de una clásica formulación de “nosotros contra ellos”, donde el “ellos” era la clase y el sistema político en su conjunto, al que denominó “casta”. Sin embargo, una vez que estos movimientos y líderes llegan al gobierno tienen la necesidad de reinventarse, pues ya encabezan el sistema.
Milei ganó las elecciones de 2023 con una candidatura ad hoc, sin un partido, con una alianza débil llamada “La Libertad Avanza”. En términos de apoyos de estructura partidaria, La Libertad Avanza (LLA) resultaba desconocida para el electorado argentino, y en las elecciones primarias y generales, tuvo múltiples problemas para tener representantes en las mesas electorales. De hecho, para la segunda vuelta, el principal aporte de Mauricio Macri al sector mileísta fue brindarle gran parte de la estructura de fiscalización de su partido, Pro, a nivel nacional. Ello convirtió a Milei en un candidato viable, y eventualmente ganador. A partir de su triunfo en noviembre de 2023, uno de los grandes esfuerzos de Milei ha sido el de conformar una fuerza política.
Bajo el liderazgo de Karina Milei, secretaria general de la presidencia, y el estratega del gobierno, Santiago Caputo, La Libertad Avanza comenzó un camino de construcción partidaria, que tuvo distintos pasos. Uno de los primeros pasos fue una purga, que incluyó la solidificación de los relativamente pequeños bloques oficialistas en el Congreso Nacional, y la conformación de una fuerte disciplina partidaria. Esto llevó al surgimiento de bloques alternativos, ajenos a LLA, con integrantes originalmente elegidos por el oficialismo. Los casos más destacados son la expulsión del bloque del senador Francisco Paoltroni, y las salidas de los diputados Zago y Arrieta, en el marco de conflictos con el gobierno. En algunos casos, estos diputados siguieron acompañando al Ejecutivo y en otros se han convertido en opositores. Y en otros casos, como el de Carolina Píparo, han salido del bloque oficialista y han vuelto tiempo después.
Una vez que se consolidó la base mileísta, se dieron dos situaciones simultáneos en la construcción partidaria: la formalización de un partido político como figura legal para competir electoralmente -y no depender de alianzas con otros partidos-, y la estructuración y consolidación de bloques partidarios propios en las distintas legislaturas provinciales (de manera análoga a lo ocurrido a nivel nacional). Esto evidencia un elemento crucial de la construcción partidaria: como todo partido, LLA tiene líneas internas. Dos ejemplos de ello son la conflictividad interna en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires entre el sector liderado por Ramiro Marra, y un sector alineado con Karina Milei; y las elecciones internas partidarias desarrolladas en enero en Entre Ríos, donde hubo ciertos niveles de conflictividad, pero un proceso reconocido internamente por todas las partes.
A partir de allí, Milei comenzó a trazar su estrategia para las elecciones de 2025, diferenciándose de sus aliados, en particular el Pro y Mauricio Macri. Los objetivos de ambos partidos son distintos: mientras que LLA necesita ganar las elecciones para refrendar su gestión y aumentar su contingente legislativo, Pro piensa en retener sus cuotas de poder e influencia, y particularmente, hacer una buena elección en la Ciudad de Buenos Aires.
Aunque en alguna medida estos objetivos pueden ser convergentes, la presión de Pro resulta contraria a la necesidad de LLA de liderar el proceso. Por ello, en los últimos días se han observado roces entre ambas fuerzas, y en simultáneo, para reforzar su poder territorial, LLA salió a conquistar dirigentes de Pro. La primera pieza trascendente de esto es el líder del distrito de Tres de Febrero, en el conurbano bonaerense, Diego Valenzuela.
Para que Milei, quien llegó como un outsider logre mantenerse en el tiempo es esencial que construya su propio partido. Lo mismo sucedió con José Antonio Kast en Chile, que en su proceso disidente de las fuerzas políticas tradicionales de derecha, tuvo que crear su “Partido Republicano”, y desde allí, salir a competir en procesos electorales donde no era -ni podía ser- candidato. Aunque perdió caudal electoral (y respaldo en la opinión pública) en ese proceso, la construcción partidaria le permitió estructurar su oferta y hacerla más nítida.
La contracara de este proceso es el bolsonarismo que de forma análoga a la de Javier Milei, intentó construir un partido político desde el gobierno. Sin embargo, dada la naturaleza del sistema partidario y del federalismo brasileños, le resultó imposible. Su estructura sigue poblada de coaliciones de liderazgos de derecha a lo largo de toda la geografía brasileña. Esto no impide que Bolsonaro y el bolsonarismo no hayan mantenido una posición competitiva, cambiando el eje de la política brasileña.
El tiempo, y este año en particular, nos mostrarán si Milei está más cerca del “modelo Kast” o del “modelo Bolsonaro”. Dicho de otro modo, si estamos frente a un líder que busca dejar una idea nítida, o buscar coaliciones que le hagan sostenible su acción de gobierno.
Autor
Candidato a Doctor en Ciencia Política de la Universidad Nacional de San Martín y Magister en Derecho Electoral, Parlamentario y Técnica Legislativa de la Universidad de Castilla-La Mancha. Profesor de Ciencia Política en la Universidad Católica Argentina, Universidad Austral, Universidad del Salvador y Universidad Nacional de Tres de Febrero.