Una región, todas las voces

L21

|

|

Leer en

La divergencia entre “la familia” y “las familias”

Entre el 2016 y 2018, América Latina vivió protestas y manifestaciones de grupos conservadores contra políticas como el reconocimiento del matrimonio igualitario, la identidad de género y la incorporación de educación sexual y reproductiva en libros de texto escolares. Su impacto en la política ha forzado cambios de timón en las políticas públicas, sin embargo, la pandemia y la crisis políticas que ha sufrido la región han frenado el avance conservador. No obstante, hay altas probabilidades que pasada la pandemia se viva un retorno de estas movilizaciones y volvamos a vivir confrontaciones sociopolíticas importantes. 

La familia

Uno de los temas centrales de estos movimientos es, obviamente, la familia. Y aquí hay que hacer una distinción entre el plural y el singular ¿deberíamos hablar de una pluralidad de configuraciones familiares existentes o de un tipo ideal de familia? Los hechos nos remiten ineluctablemente al uso del plural. Existe una gran variedad de configuraciones familiares: familias biparentales con hijos, monoparentales, multigeneracionales, mujeres jefas de hogar, biparentales heterosexuales, biparentales homosexuales o compuestas. También existen familias sustitutas, familias de acogida, y un largo etc.

Por otro lado, no todas las familias se constituyen sobre la base de un contrato matrimonial, sino que existe un gran número de uniones de hecho. Si traemos a colación el elemento cultural, veremos familias basadas en la monogamia y otras en la poligamia. Las categorías son muchas.

Cuando el movimiento conservador se refiere a “la familia”, en singular, por lo general está tomando como base el pensamiento judío-cristiano que la define como la unión de un hombre y una mujer que tienen hijos para cumplir las funciones de reproducción, supervivencia y regulación social dadas desde el poder patriarcal. Así entonces, “se reconoce a la familia desde una única versión, anclada en la estructura madre, padre e hijos; la única familia socialmente reconocida es la que hoy se denomina familia nuclear”, como lo define la psicóloga Mariana Andrea Pinillos Guzmán.

Las voces tradicionalistas y conservadores que se basan en este concepto de familia, sin embargo, no son tan homogéneas. Existen posiciones extremas y otras más moderadas. Los más extremistas usan la calificación de “familias disfuncionales” para referirse a todo tipo de configuración que no sea la biparental heterosexual nuclear.

Los más moderados, en cambio, ven la diversidad y no descalifican a las familias monoparentales, las compuestas biparentales heterosexuales o las extendidas, entre otras. El tema contencioso para los moderados tiene más que ver con la orientación sexual y el género. Su punto de quiebre es la familia nuclear biparental homosexual. Pero aún, dentro de ese mismo tópico, existen a su vez posicionamientos diferentes entre aquellos que se oponen sobre todo al  reconocimiento legal de la familias biparental homosexual o la utilización de “matrimonio” como referencia para describirlo, pero no les incomoda en el mismo grado la unión libre, considerándolo como un tema privado.  

Los niños y adolescentes

La otra cuestión importante es la relativa a los niños y adolescentes como “sujetos de derechos”. Hay diferentes tendencias. Una se opone a la idea de familia compuesta de “sujetos”, adelantando la idea de la familia como único sujeto. Se entiende la familia como una unidad o grupo humano que se concibe como una sola voz, un conjunto que no se puede dividir y donde los padres son los principales voceros. 

Esta concepción se nutro de la doctrina de la tutela, que ve al niño como un “objeto” que los padres o tutores cuidan y ordenan, idealmente sin interferencia del Estado. Es en este marco en el que la idea de “autonomía progresiva de los niños” es uno de los conceptos de mayor controversia. No sólo en lo que concierne a los hijos, sino también en lo relativo a la autonomía de la mujer en los sectores más patriarcales del conservadurismo.

En cambio, el ala más moderada no se opone a la noción del niño como sujeto de derechos y lo reconoce como tal, ni pretende cuestionar la autonomía de la mujer. Su preocupación tiene más que ver con los “límites de la autonomía” y las dinámicas que se deberían propiciar para que el niño y el adolescente asienten su posición y participación en la familia, aceptando una suerte de “derecho condicionado o relativo”. Por otro lado, los moderados insisten también en que todos los miembros de la familia tienen derechos y que el desafío es el desarrollo armónico de los mismos.

Finalmente, uno de los debates más encendidos ha sido entorno a la educaciónde los hijos. En ese rubro se argumenta sobre todo que la educación que ofrece el Estado debe poder ser vetada o controlada por las asociaciones de padres. Esto se refiere sobre todo a la educación sexual integral.

Sin embargo, mientras ciertos representantes rechazan el uso del concepto “educación sexual integral”, otros lo redefinen adaptándolo al enfoque de familia, haciendo referencia al Amoris Laetitia —exhortacion apostólica— del Papa Francisco, que habla de educación sexual. Al mismo tiempo,  no todas las asociaciones de padres son iguales. En las movilizaciones masivas se notó la gran incidencia de las asociaciones de padres de las escuelas privadas y confesionales, pero en algunos casos, se notó menos ímpetu de las asociaciones de padres de escuelas públicas, lo cual demuestra que no estamos ante un frente monolítico.

Estas diferencias, sobre todo en los países de la región donde el conservadurismo es más influyente, pueden ser útiles para encontrar un discurso alternativo que permita superar algunos de los obstáculos existentes en el plano de las políticas públicas dirigidas a la niñez y la adolescencia, el género y la salud sexual y reproductiva. Siempre tomando en cuenta que la creación de una plataforma de diálogo, distinta a la que se ha dado en el periodo 2016 a 2018, deberá además lidiar con el problema de un movimiento tradicionalista y conservador fuertemente afectado por teorías de la conspiración y las noticias falsas. Característica esta que es propia de movimientos de carácter reactivo y de defensa de un sistema de valores que sienten amenazado.

La esperanza es que esa resistencia innecesaria debería ser superada con la insistencia en los hechos, la ciencia y el pluralismo. Valores que nos permitan enfrentar desafíos muy reales y actuales, como lo son la violencia hacia la mujer, la discriminación, el embarazo y el matrimonio precoz, las muertes maternas, las enfermedades de transmisión sexual, y otros.


Episodio relacionado de nuestro podcast

Autor

Otros artículos del autor

Cientista político, profesor del Programa de FLACSO en Paraguay y consultor en planificación estratégica. Fue director regional para A. Latina y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Magister en Ciencias Políticas por FLACSO–México.

spot_img

Artículos relacionados

¿Quieres colaborar con L21?

Creemos en el libre flujo de información

Republique nuestros artículos libremente, en impreso o digital, bajo la licencia Creative Commons.

Etiquetado en:

Etiquetado en:

COMPARTÍR
ESTE ARTÍCULO

Más artículos relacionados