En este período, los bolivianos están demostrando una gran capacidad para soportar una crisis. Por una parte, hace varios días que el aparato productivo casi se ha detenido por la escasez de carburantes, con el claro riesgo de que salte por los aires el precio del dólar junto con el precio del pan, de la carne y las verduras. En segundo lugar, el gobierno ha perdido toda capacidad de iniciativa política y solo lanza medidas —diez, en realidad— que no afectan a la estructura misma del problema. En tercer lugar, los partidos políticos se han convertido en maquinarias electorales dominadas por marketeros electorales que tratan de vender gato por liebre. Tenemos incertidumbre, ausencia de gobierno y pérdida del sentido de la política, los ingredientes ideales para una tormenta política perfecta.
Por si esto fuera poco, la oposición partidaria anti-MAS (Movimiento al Socialismo) no ofrece nada alternativo al gobierno de Luis Arce. Ante la crisis de ausencia de dólares, el súbdito coreano-boliviano Chi Hyun Chung propone importar dólares, que es tanto como decir que tendrá que recurrir a los préstamos para salir del problema. Por su parte, Samuel Doria sostiene que lo hará en 100 días y con “toda la ayuda internacional que sea posible obtener”: en otras palabras, tenderá la mano para que el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial nos den los ausentes dólares. Finalmente, Jorge Tuto Quiroga propone recurrir a los organismos internacionales, lo que parece razonable, pero lo dice mientras aplaude que la actual Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) haya cerrado el paso a la llegada de estas divisas.
En este contexto, Evo Morales no ha perdido de vista su objetivo de tumbar al gobierno de Arce, pero ha cambiado notablemente de estrategia. Ha dejado se usar su poder de movilización callejera y caminera (donde perdía popularidad porque se lo veía como causante de la crisis) y ha decidido concentrarse en la ALP, donde su bancada (más los legisladores anti-MAS) bloquean la aprobación de préstamos de organismos internacionales. Son 1.600 millones de dólares en total. En suma, ya no bloquea caminos, ahora bloquea en la ALP.
Morales, que se mueve como pez en el agua cuando las aguas turbulentas de la política empiezan a ponerse bravas, está logrando su objetivo de generar una fuerte crisis de gobernabilidad a la gestión de Arce, bajo el riesgo de que derive en algo mayor. Esta misma estrategia le funcionó en 2003 para tumbar a Gonzalo Sánchez de Lozada y en 2005 contra Carlos Mesa. ¿Por qué no podría hacerlo en 2025?
Por supuesto que detrás de las acciones de los actores partidarios está el cálculo electoral. Suponen que el desgaste político de Arce más la inhabilitación de Evo como candidato hará que los votos, como por arte de magia, migren desde diversos sectores hacia sus candidaturas. Suponen que la coyuntura actual afecta a la imagen tanto de Arce como de Evo: al primero lo verían como el economista incapaz, y al segundo como el causante de la crisis.
Empero son lógicas equivocadas. Nada hace suponer que la clase media y campesina que hoy son interpeladas por unos discursos de corte nacional populista por el MAS y por Evo Morales vayan de pronto a abrirse a propuestas o discursos libertarios o liberales al estilo de Milei o Trump.
La otra suposición es que Morales carece de capacidad de efecto político por estar inhabilitado en las elecciones de este año. Como van las cosas, es probable que Evo no figure en la papeleta electoral pero puede colocar a un sucesor que capte el 30% de respaldo del que goza el expresidente cocalero. No es poca cosa.
Desde su autoencierro en el Chapare (Cochabamba), Morales está demostrando que, sin necesidad de moverse, puede afectar y hasta ordenar la agenda política boliviana. A él no le interesan las elecciones generales: él va tras la cabeza del presidente Arce (una cabeza que hoy por hoy habla poco y propone menos). En este contexto, muchos opositores o simplemente críticos con el gobierno baten palmas por la crisis económica y política actual porque creen que debilita al oficialismo y fortalece a una de las oposiciones. Están lamentablemente errados: quien se beneficia de todo este descalabro es Morales, cuyo poder puede quedar intacto en las elecciones de agosto de este año, esté o no su foto en la papeleta electoral.