El síndrome del intestino permeable es una afección en la que la barrera intestinal pierde su capacidad de filtrar correctamente, permitiendo el paso de toxinas y bacterias dañinas al torrente sanguíneo, generando inflamación crónica. Esta condición es una metáfora útil para describir la situación que vive la provincia de Neuquén donde se encuentra Vaca Muerta, el principal yacimiento petrolífero de Argentina: un sistema que, en lugar de protegerse, está desregulado, vulnerable a la corrupción, la injusticia y la inseguridad, y afectando a toda su estructura social.
Los datos del síndrome
Desde el punto de vista económico, los números son contundentes. En febrero de 2025, la provincia alcanzó un récord histórico en la recaudación de regalías, impulsada por el aumento en la producción de petróleo y gas. Este crecimiento significativo permitió que el Tesoro Provincial se hiciera de la segunda mayor recaudación mensual en dólares de los últimos 17 meses. Vaca Muerta representa ya más del 50% del total del gas y cerca del 45% del petróleo producido en el país. Empresas internacionales invierten miles de millones de dólares en la zona, y el gobernador Rolando Figueroa lo celebra en actos y spots oficiales. Sin embargo, esta “hiperabsorción” de recursos no se traduce en una nutrición adecuada del cuerpo social.
Como en el intestino permeable, lo que debería ser un sistema de absorción eficiente —que toma lo útil y elimina lo tóxico— está profundamente alterado. Los recursos públicos se filtran hacia sectores privilegiados, estructuras clientelares y gastos superfluos, mientras la población sufre carencias estructurales. El 32% de los neuquinos vive por debajo de la línea de pobreza, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). El acceso de la población, que apenas supera los 730.000 habitantes, a servicios básicos como salud, educación, transporte y seguridad se deteriora, y no por falta de recursos, sino por mala digestión estatal. La desconexión entre producción y bienestar es una úlcera constante: la inflación interanual en Neuquén fue del 69,7%, superior al promedio nacional según la Dirección Provincial de Estadística y Censos.
La retórica de la “Neuquinidad”, como si ser neuquino y no alinearse fuese una traición a la tierra, al lugar y a la defensa de recursos naturales, tal como corporativismo político, es un requisito para acceder al desarrollo local, pero también es ficción. Mientras se promociona que el desarrollo es para los neuquinos, los cargos directivos, contrataciones y adjudicaciones se concentran en empresas y funcionarios de otras provincias.
Como en el intestino permeable, hay disbiosis: un desequilibrio entre lo que entra y lo que se retiene. El presupuesto provincial se inflama con tasas, impuestos y cargos paralelos como la polémica tasa vial, un recargo del 4,5% sobre el precio neto de los combustibles que se encuentra entre las más altas del país en términos porcentuales. Mientras el gobierno nacional baja los combustibles, en la provincia prácticamente queda igual.
El cuerpo institucional también muestra signos de intoxicación: corrupción, impunidad, justicia selectiva, blindaje mediático y mecanismos de censura indirecta. Un caso reciente lo revela con crudeza: una denuncia por una estafa millonaria en el Ministerio de Desarrollo Social, donde se habrían desviado fondos públicos destinados a programas alimentarios para financiar clientelismo político. La investigación involucra a altos funcionarios y revela fallas sistémicas de control. Otro caso es el de una vicegobernadora apartada de su cargo por corrupción hace algunos meses, quien fue compañera de fórmula del actual gobernador.
En marzo de 2025 se sancionó en Neuquén la Ley de Ficha Limpia, que impide que personas con condenas por delitos dolosos o contra la administración pública puedan ser candidatos a cargos electivos u ocupar ciertos cargos públicos. Sin embargo, aún no sabe si esta será digerida para favorecer estrategias políticas o para desnutrirse en la justicia.
Otro dato inflamatorio: el presupuesto de género aprobado por la Legislatura supera los 700.000 millones de pesos, una vez y media el del congreso nacional. Si bien este responde a demandas legítimas, no guarda proporción con lo destinado a otras áreas como salud pública o educación. Los datos provinciales muestran presupuesto de 56 mil millones, para la legislatura, catorce veces menos que lo que representa género -comparado con otros índices- es casi tres veces más de lo destinado al Poder Judicial provincial, y equivale al 60% del presupuesto total de Educación. La distribución de los recursos responde más a modas políticas que a estudios sociales profundos. No hay prioridades nutricionales claras: todo se decide según intereses del momento.
En este contexto, el “cuerpo neuquino” muestra todos los síntomas de una enfermedad crónica y silenciosa. Se mueve, pero con fatiga. Produce, pero no absorbe. Consume, pero no se nutre. Su sistema inmunológico —la ciudadanía organizada, el periodismo independiente, los entes de control— está debilitado. Y sin defensas, cualquier bacteria política puede hacer daño sistémico.
Vaca Muerta, debería ser el corazón energético de Argentina, pero hoy late con arritmia. Y Neuquén, que debería estar al frente de un proceso de transformación inclusiva, vive un presente más parecido a un laboratorio de ensayo de desigualdad planificada. La riqueza se extrae, pero no se distribuye; se celebra en cifras, pero no en calidad de vida.
El remedio o la enfermedad
Como en medicina, revertir el síndrome del intestino permeable requiere cambios profundos y sostenidos. No alcanza con anuncios ni con placebos. Hay que repensar el sistema político, rediseñar la administración pública, fortalecer los controles, y sobre todo, volver a conectar con la gente. Esa que ya no cree en ningún diagnóstico oficial, pero que sigue esperando una cura.
El menú político no cambia desde hace 62 años: el Movimiento Popular Neuquino (MPN), del cual emergió el actual gobernador Rolando Figueroa, que ganó con un sello político distinto del que lo parió sigue alimentando el aparato estatal con un mismo recetario: obras repetidas, estructuras ineficientes y una supuesta “neuquinidad” que favorece a muchos foráneos en cargos claves.
La clave del sistema inmune
El verdadero sistema inmunológico de una sociedad está en su justicia, en la transparencia de su gestión y en la coherencia de su clase dirigente. Hoy, Neuquén parece un cuerpo intoxicado, funcionando con parches, sobreviviendo entre promesas recicladas y diagnósticos negados.
Desde este rincón patagónico, la pregunta no es si Vaca Muerta puede sostener la economía argentina. La pregunta es si Neuquén podrá sostenerse a sí misma sin antes reconectarse con su gente, su territorio y su verdad.