En 2016, fui candidata para el cargo de Secretaria General de la ONU. En ese momento era creencia generalizada que, después de 70 años de existencia de la organización, ya era hora de que una mujer ocupara ese puesto. Éramos siete candidatas, con perfiles y trayectorias diversas, todas muy capaces y serias aspirantes. En total, competimos siete mujeres y seis hombres —y al final, fue un hombre el elegido. Por supuesto, António Guterres era un candidato con muchos méritos, cualidades y experiencia. Lo único que le faltaba era ser mujer, que era justamente lo que muchas y muchos esperábamos de la ONU como un paso hacia adelante en su compromiso con la igualdad de género.
Después de ese momento, junto con otras dos compañeras candidatas, Helen Clark e Irina Bokova, fundamos GWL Voices, con el propósito de destacar lo estratégico, eficaz y democrático que suponía, y supone, renovar los liderazgos dentro del sistema. Hoy, somos casi 80 mujeres líderes del ámbito multilateral analizando anualmente los datos de la representación de las mujeres en los puestos de liderazgo del sistema multilateral, con la valoración de los ojos de nuestra dilatada experiencia dentro del sistema, y en este artículo te vengo a hablar algo muy concreto, la próxima elección a la Secretaría General de Naciones Unidas y nuestra campaña “Madam Secretary General”.
La ONU se construyó sobre ideales de igualdad. Su Carta comienza con “Nosotros los pueblos”, no dice “Nosotros los hombres”. Declara explícitamente que “los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos”, palabras que fueron moldeadas, en parte, por mujeres visionarias de América Latina en 1945, como Bertha Lutz, Minerva Bernardino y Amalia de Castillo Ledón que impulsaron la igualdad de género en los textos fundacionales. Las mujeres estaban listas para liderar la ONU entonces, y lo están hoy.
Es evidente y urgente la necesidad de un liderazgo transformador, y eso significa abrir la puerta a quienes históricamente han sido excluidas. Incorporar una perspectiva diferente que ha estado ausente durante demasiado tiempo, 80 años, nada menos. Las mujeres se destacan por saber escuchar, tender puentes, resolver problemas y enfocarse en el impacto. Cuidan las instituciones mientras impulsan el cambio, y gestionan los recursos con eficacia. Estas no son cualidades abstractas—son habilidades que las mujeres aplican cada día en sus hogares, empresas y gobiernos y es hora de llevarlas al escenario global.
En un momento en que los desafíos globales emergen con formas que nunca anticipamos, en donde la tentación por competir y pelear por todos los espacios es creciente, el liderazgo con una perspectiva nueva es crucial. Un liderazgo que, desde la firmeza de las convicciones, sea capaz de construir en base a la cooperación y a soluciones que beneficien a las grandes mayorías. ¿Y qué podría ser más transformador para las Naciones Unidas que, por primera vez en su historia, tenga a una mujer al frente? Una Secretaria General permitiría que la población del mundo se viera representada plenamente y aportaría un estilo de liderazgo que el sistema multilateral necesita con urgencia en un mundo sumergido en la escalada de tensiones.
Entonces, ¿por qué no? La pregunta no es si una mujer puede liderar la ONU, sino cómo su liderazgo puede impulsar un cambio real. No esperamos que una sola mujer repare un sistema de 80 años de la noche a la mañana—esto no se trata de encontrar una superheroína. Pero sí sabemos que el cambio sistémico comienza con un liderazgo distinto, y eso implica romper con el ciclo de nombrar siempre a los mismos tipos de líderes con las mismas perspectivas.
Recuperar la legitimidad significa alinear el liderazgo de la ONU con los valores que promueve: igualdad, representación y justicia. Y eso comienza por abrir, de una vez por todas, la puerta para que una mujer asuma el liderazgo. Por eso, la pregunta debería ser: “¿Por qué no elegir a una candidata excelente que, además, refuerce la legitimidad de la ONU poniendo fin a la exclusión de la mitad de los pueblos?”
En 2026, las Naciones Unidas tienen una nueva oportunidad para romper barreras y elegir, por primera vez en su historia, a una mujer como Secretaria General. Con una posible rotación regional que favorece a América Latina, varias mujeres líderes altamente cualificadas de la región podrían asumir este cargo. Sería una excelente manera de hacer realidad las palabras de aquellas visionarias que influyeron en la Carta Fundacional.
Hagamos historia. Démosle a la ONU el liderazgo que nunca ha tenido, pero que necesita más que nunca. El momento es ahora.
*Este texto se enmarca en la colaboración entre la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y Latinoamérica21 para la difusión de la plataforma Voces de Mujeres Iberoamericanas. Conoce y únete AQUÍ a la Plataforma.