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La hipocresía y el proteccionismo frenan el acuerdo UE-Mercosur

Ya nos hemos acostumbrado a que el acuerdo UE-Mercosur sea como una montaña rusa, con altibajos, como lo han demostrado las dos últimas semanas. En negociaciones diplomáticas estancadas, a veces hay ventanas de oportunidad para lograr avances. Pero también es importante aprovechar el momento. Con la presidencia española del Consejo de la UE y la presidencia pro tempore de Brasil del Mercosur en la segunda mitad del año, se ha abierto una ventana y ambos gobiernos se han comprometido a lograr la firma del acuerdo en 2023.

La participación de Lula en la COP28 en Dubái, donde se reunió, entre otros, con el primer ministro español, Pedro Sánchez, y el presidente francés, Emmanuel Macron, así como las consultas gubernamentales con Alemania en Berlín en el vuelo de regreso a Brasil, alimentaron las esperanzas de que el acuerdo pudiera firmarse en la cumbre del Mercosur en Río el 7 de diciembre. Pero los gobiernos de Francia y Argentina se apresuraron a frenar la euforia emergente.

El acuerdo UE-Mercosur nos enseña mucho sobre los problemas de las relaciones comerciales de la UE con América Latina, pero también con otras regiones y países. Hay mucha hipocresía en el lado europeo. Cuando se practica el proteccionismo agrícola, no hay que fingir que se quiere proteger el clima y la biodiversidad, como hizo recientemente el presidente francés Emmanuel Macron. De lo contrario, la UE perderá su credibilidad en materia de protección del clima y será acusada, con razón, de imponer barreras no arancelarias al comercio si introduce medidas de protección del clima que afectan al comercio con terceros países.

Conviene recordar que el acuerdo UE-Mercosur no es el único acuerdo bloqueado actualmente por el proteccionismo agrícola europeo. Por la misma razón, Australia interrumpió en octubre las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio con la UE.

Brasil ha hecho grandes progresos este año en la protección de la selva amazónica contra la deforestación. Pero creo que incluso con deforestación cero y reforestación extensiva el presidente francés todavía encontraría razones por las que no se puede firmar el acuerdo UE-Mercosur. Ahora que el villano Bolsonaro ha desaparecido, el presidente Macron espera que el nuevo presidente argentino Milei pueda convertirse en el nuevo villano del drama UE-Mercosur para desviar la atención de sus propios esfuerzos por impedir la adopción del acuerdo.

Una mayor honestidad sería buena para ambas partes. Se puede especular que el presidente argentino Alberto Fernández no habría tenido ningún problema en firmar un acuerdo UE-Mercosur en la cumbre del Mercosur si el ganador de las elecciones presidenciales hubiera sido Sergio Massa y no Javier Milei. Ahora el acuerdo UE-Mercosur, que los peronistas nunca apoyaron plenamente, pasa a su sucesor para que los peronistas desde la oposición puedan movilizarse contra el acuerdo si les parece oportuno.

Al posponer una vez más la firma del acuerdo, el Gobierno francés está jugando a un juego peligroso. Tras las próximas elecciones al Parlamento Europeo, en junio de 2024, la aprobación por parte de la Eurocámara podría resultar más difícil.

A veces se especula en Europa con que, si fracasa el acuerdo UE-Mercosur, en el futuro podrían celebrarse acuerdos comerciales bilaterales con cada uno de los países miembros del Mercosur. Sin embargo, según la experiencia del pasado, éstos se enfrentarían al mismo obstáculo del proteccionismo agrícola europeo.

En el lado europeo, no sólo el presidente francés se opone al acuerdo, sino también un amplio frente de ONG. A veces da la impresión de que el acuerdo UE-Mercosur empeorará todos los problemas del mundo y que no firmarlo salvará el clima y conducirá a una sociedad más justa y a un desarrollo sostenible en América Latina. Esto demuestra una visión nostálgica y sesgada de las ONG que sobrevalora la influencia de Europa en el mundo y la dependencia de América Latina de Europa.

Gran parte de las ONG europeas viven en una burbuja e ignoran las realidades geoeconómicas y geopolíticas de América Latina y del mundo. Por poner un ejemplo. En 2022, el 54,7% de las exportaciones brasileñas de carne de res (en volumen) se destinaron a China y sólo el 3,8% a la UE. Y en el periodo comprendido entre enero y septiembre de 2023, sólo el 13,2% de todas las exportaciones agrícolas brasileñas (valor) se destinaron a la UE, frente al 53,5% a Asia.

Existe una gran contradicción en el lado europeo. Por un lado, la UE tiene un discurso geopolítico y geoestratégico que afirma querer defender la autonomía estratégica de Europa. Por otro lado, la política comercial de la UE es a menudo mezquina y parroquial cuando se trata del proteccionismo agrícola. Un fracaso del acuerdo UE-Mercosur debido a la resistencia de Francia y algunos gobiernos más debilitará la posición geopolítica y geoeconómica de Europa en toda América Latina y también tendrá un impacto negativo en las futuras negociaciones de acuerdos comerciales en otras regiones del mundo.

Con este tipo de política comercial, la UE no puede competir con China. En el Mercosur, cada vez hay más voces que abogan por negociar paralelamente un acuerdo de libre comercio con China. Esto podría debilitar la posición negociadora de la UE si China impone menos condiciones al Mercosur. En la cumbre del Mercosur también se firmó un acuerdo de libre comercio con Singapur (tras sólo cinco años de negociaciones), una clara señal de que el Mercosur se está abriendo cada vez más a Asia.

Parece que Francia, a la que le gustaría ser capitana del equipo de Europa, está a punto de marcar un autogol para la UE. Eso no sería bueno para Europa ni para las relaciones entre la UE y América Latina. Pero siempre hay lugar para las sorpresas. Quizá Francia se dé cuenta de su responsabilidad geopolítica en la política exterior europea y actúe en consecuencia. O que una mayoría de gobiernos europeos haga caso omiso de las objeciones de Francia en la parte comercial del acuerdo. Y quizá la influencia del expresidente Macri consiga que el nuevo gobierno argentino quiera firmar el acuerdo rápidamente. A menudo el acuerdo UE-Mercosur se ha declarado muerto, pero parafraseando a Mark Twain, se podría decir que los informes de la muerte del acuerdo han sido muy exagerados.

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Investigador asociado del German Institute for Gobal and Area Studies - GIGA (Hamburgo, Alemania) y del German Council on Foreign Relations (DGAP). Fue Director del Instituto de Estudios Latinoamericanos y Vicepresidente del GIGA.

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