Con respecto a las próximas elecciones presidenciales de México, de 2024, las diferentes facciones políticas comienzan lentamente a mover fichas. En este contexto, ¿qué detendría a la facción del PRI dirigida por Alejandro “Alito” Moreno a compartir fórmula electoral con el partido oficialista Morena?, ¿o que la mancuerna de PAN-PRD recompusiera la coalición de “Va por México” con el partido Movimiento Ciudadano y la facción del PRI liderada por el senador Miguel Ángel Osorio Chong?
Nada, desde una elemental teoría de juegos. Morena necesita reforzar su coalición en lo federal, pues ha venido a menos desde 2018 —aunque esté ganando gubernaturas y municipios— y el PRI, que está en caída libre, necesita un aliado poderoso que le permita recuperarse. Sería la culminación del Primor —así se denomina una unión informal del PRI y Morena— que tiene detrás el flujo constante de priistas al partido oficialista donde actualmente ocupan cargos de primer nivel.
Además, vista esa alianza en términos de rendimiento electoral, para Morena podría representar un mayor margen de victoria en 2024, incluso, superior al obtenido con sus aliados en los comicios de 2018.
La coalición “Juntos haremos historia” de Morena, PT y PES obtuvo en la elección presidencial de 2018 más de 30 millones de votos. Pero en 2021 sufrió una reducción cercana a los ocho millones. El PRI, por su parte, perdió entre 2018 y 2021 poco menos de un millón de votos.
En este marco, Morena necesita los votos del PRI, pues en el hipotético caso de una coalición Morena-PRI-PVEM-PT-PES, si sumáramos la votación de 2021, estaríamos hablando de unos 31 millones de votos, un aumento de un millón en comparación con los obtenidos en 2018. Y si la política electoral es sumar, no hay obstáculos políticos ni ideológicos para que Morena y el PRI de Alito Moreno vayan en una gran coalición a los comicios de 2024. Por el contrario, hay incentivos para hacerlo.
¿No será este el acuerdo que trae el presidente Andrés López Obrador a través del secretario de Gobernación al dirigente del PRI, luego de que los diputados priistas avalaran la ampliación constitucional para la presencia del Ejército en tareas de seguridad pública?
En 2018, la coalición encabezada por el PAN y el PRI obtuvo 8 millones de votos menos que la coalición vencedora de López Obrador. Y en las elecciones intermedias de 2021 perdieron otros casi dos millones y medio. La caída de los partidos de esta coalición —y también de la de enfrente— podría explicarse porque en las elecciones intermedias existe regularmente una reducción de la participación.
Enrique Alfaro —gobernador de Jalisco y alto dirigente del partido de centroizquierda, MC—, al saber de la “traición” de Alejandro “Alito” Moreno y la virtual salida del PRI de la coalición de “Va por México”, afirmó inmediatamente que había condiciones para abrir conversaciones con los dirigentes del PAN y el PRD a fin de estudiar una coalición para los próximos comicios. Sin duda, son altos los incentivos para mostrar un rostro renovado y tomar distancia del PRI de Alito.
En 2018 la coalición “México al Frente”, que aglutinó al PAN, PRD y MC, y llevó al panista Ricardo Anaya como candidato, alcanzó unos doce millones y medio de votos, muy lejos de lo obtenido por la coalición victoriosa “Juntos haremos historia”.
En 2021 los caminos se bifurcaron y MC decidió competir solo, mientras el PAN y el PRD formaron una nueva coalición junto al PRI, llamada “Va por México”. El PAN alcanzó casi nueve millones de votos, y el PRD, casi dos, mientras que el MC logró convertirse en la cuarta fuerza política con tres millones y medio. Juntos estos tres partidos hubiesen alcanzado 14 millones de votos, solamente cinco millones menos que “Juntos haremos historia”.
En este contexto, la salida de la facción del PRI de Alejandro “Alito” Moreno de la coalición “Va por México” no solo debe verse en clave de traición, sino también teniendo en cuenta su peso específico. La política en tiempos de pragmatismo se basa siempre en cálculos de votos. Por ello, en un contexto de mucha competitividad, como se avizoran las próximas elecciones de 2024, la jugada de amenazar al dirigente del PRI con quitarle los fueros para que sea juzgado y enviado a prisión podría ser parte de la estrategia.
Más allá de especulaciones, si todo sale como calcula Morena, su coalición obtendría de nuevo la Presidencia de la república, y el PRI lograría más representación de lo que tiene actualmente. Eso dependerá de las negociaciones.
En conclusión, una eventual coalición reconfigurada será probablemente más atractiva que competir por separado. Y un buen candidato presidencial con un programa que enarbole la defensa de las instituciones democráticas, la crítica a la política económica y la lucha contra la inseguridad sería comprado seguramente por muchos ciudadanos inconformes con la gestión obradorista, y refrendaría el voto dividido, expresado en las pasadas elecciones.
Autor
Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México