Inmediatamente después de recibir la invitación para colaborar en Latinoamérica21, medité: esta película ya la he visto. La novedad era que ese precedente se remontaba a las referencias históricas de un pionero capítulo del periodismo americano aparecido en mitad del pasado siglo. El artífice de esa fundación era Joaquín Maurín, un revolucionario español, fundador del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), exiliado en Estados Unidos.
Para los lectores de las páginas de los diarios en medio continente americano, Maurín estaba conectado con unas siglas hoy desaparecidas de ALA. Lo que más tarde fue conocida como Agencia Latinoamericana nació como American Literary Agency, fundada por Maurín, en Nueva York en 1947. Parece que hoy ha renacido en el experimento de Latinoamérica 21. La función era la misma entonces y ahora: distribuir artículos de opinión enriqueciendo el contenido de diarios poblados por firmas locales.
La Guerra Civil española fue el motivo de que su fundador emigrara a los Estados Unidos. Maurín nació en 1896 en Bonansa, una aldea del Pirineo aragonés de la provincia de Huesca, fronteriza con Cataluña. Murió en Nueva York en 1973 y su biografía es apenas conocida para los especialistas en las vicisitudes políticas de España anteriores a la Guerra Civil.
Maurín había quedado atrapado en Galicia al principio de la Guerra Civil y a través de media España franquista se trasladó hacia el Pirineo aragonés, con la intención de cruzar a Francia. El 3 de septiembre de 1936 Maurín caía preso en el balneario de Panticosa cuando intentaba huir hacia la vecina Francia por unos pasos que tan bien conocía.
Milagrosamente no identificado, fue liberado, pero un año más tarde, en otro intento de cruzar la frontera, fue de nuevo apresado por un policía que lo recordaba de una refriega en Barcelona en tiempos de la República. Maurín se pasaría el resto de la Guerra Civil en cárceles franquistas y en 1947, liberado por una amnistía, recaló en Nueva York. El Maurín revolucionario se congeló en el pasado, y en los Estados Unidos nacería el Maurín empresario de periodismo.
Con una máquina de escribir “Underwood” y un ciclostil de segunda mano, desde una habitación de su apartamento de Riverside Drive, con vistas al Hudson, fundó ALA. Consiguió comercializar sistemáticamente, sin ayudas financieras de ningún tipo y sin trabas políticas, durante más de un cuarto de siglo, los artículos de decenas de colaboradores a los más influyentes diarios latinoamericanos, a un puñado de periódicos de los Estados Unidos publicados en español, y más tarde incluso a algunos de España.
El modelo fue el Syndicate, la agencia de colaboraciones al estilo norteamericano, que distribuye los artículos de los columnistas profesionales a decenas, en algunos casos centenares, de diarios. Nada así existía (y apenas existe hoy) en español. Maurín llenó el vacío.
Su primera figura fue el escritor colombiano Germán Arciniegas, entonces exiliado en Nueva York. Al comenzar sus colaboraciones, luego descubrió que los «otros cuatro columnistas» eran todos Maurín con nombres supuestos: Guacamayo, John y Félix Anderson, y Julio Antonio Roy (un tío suyo). El administrador J.M. Juliá (el apellido de su madre) y el redactor Campbell eran dos alias adicionales de «Kim» Maurín, como lo llamaban sus amigos.
Maurín incorporó a prestigiosos escritores latinoamericanos como Miguel Angel Asturias, Alfonso Reyes, Pablo Neruda y José Vasconcelos, o políticos como José Figueres. Este presidente de Costa Rica había nombrado a Maurín agregado de prensa de la legación costarricense ante las Naciones Unidas, lo que le salvó de la deportación al terminarse su visado temporal.
Además, Maurín distribuyó los escritos de españoles exiliados o transterrados tan dispares en estilo y en ideología como Luis Araquistáin, Alejandro Casona, Ramón J. Sender (quien convirtió a Maurín en personaje de una de sus novelas de la serie “Crónica del alba”), Víctor Alba, Salvador de Madariaga, y Ramón Gómez de la Serna.
Esta etapa de su vida quedó preservada en dos archivos de los Estados Unidos, en dos lugares ideológicamente alejados del origen político de Maurín. Vivió en la supercapitalista Nueva York, ya que su mujer Jeanne, hermana de Boris Souvarine, fundador del Partido Comunista francés, tenía allí un trabajo de representación de una firma de perfumes.
Sus archivos políticos (un par de docenas de cajas) quedaron anclados en la Hoover Institution, un “think tank” conservador adosado a la Stanford University de California. Los archivos periodísticos (catorce cajas, 16 mil artículos, en 36 mil cuartillas) están depositados en la Universidad de Miami. Esta decisión fue facilitada por un acuerdo con Arturo Villar, cubano nacido en Santander, que se había hecho cargo de la agencia por inspiración de otro cubano exiliado, Carlos Alberto Montaner.
Resultaría aleccionador que, tras la consolidación de Latinoamérica 21, se organizaran simposios sobre la labor del pionero de esta vertiente de la integración inter-americana y española, mecanismo idóneo para garantizar la paz y la colaboración en tiempos convulsos.
Foto de Edupss! en Foter.com / CC BY-NC-SA
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Autor
Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami. Catedrático Jean Monnet “ad personam”. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y Doctor por Georgetown University.