En las elecciones presidenciales de Guatemala de 2015 y 2019, una serie de irregularidades ensombrecieron el proceso electoral. La Organización de los Estados Americanos (OEA) advirtió en los informes de Observación Electoral respecto a las oportunidades que enfrentaba este país sobre el proceso comicial de 2023. El próximo mes de junio el pueblo guatemalteco se volverá a encontrar con las urnas para elegir al próximo presidente y vicepresidente, 160 diputaciones al Congreso, 340 alcaldías y 20 diputaciones al Parlamento Centroamericano.
Más de 130.00 personas participarán el día de la jornada electoral en la recepción y escrutinio de los votos. En Guatemala, la Constitución establece que luego de llevarse a cabo las elecciones generales, en el supuesto de que no exista una mayoría absoluta en la elección presidencial, deberá convocarse a una segunda vuelta y esta se celebrará entre 45 y 60 días después de la primera ronda electoral. Esta será la gran oportunidad para Guatemala de recuperar la confianza en el proceso comicial.
En 2019, dicho proceso se vio ensombrecido en la primera vuelta, debido al alto grado de polarización política, alimentado por procesos de desinformación y la falta de resultados que despertaron dudas en torno a la credibilidad de los comicios. En ese contexto, la OEA detectó deficiencias en los sistemas informáticos de transmisión de resultados, y recomendó, entre otras cosas, replantear el diseño de transmisión de resultados preliminares, utilizando tecnologías que blinden la seguridad de los resultados; centralizar el proceso de digitación de actas y que estas cuenten con identificadores de caracteres para optimizar los tiempos a fin de ofrecer información rápida a la ciudadanía y que el avance de los resultados pueda observarse en tiempo real.
Con el propósito de alcanzar estos objetivos, deberán de llevarse a cabo simulacros que permitan la posible atención a contingencias y contar con entes externos al Tribunal Supremo Electoral (TSE) que puedan evaluar el desarrollo de los sistemas.
La transmisión de datos y las complicaciones que se tuvieron con el sistema informático en la primera vuelta electoral mermó la confianza en el proceso comicial y puso en riesgo la credibilidad del organismo electoral. Incluso, se tuvo que recurrir a autoridades del Ministerio Público para que realizaran una inspección al departamento de informática del TSE, ya que, debido a las fallas que presentó la aplicación informática, se tuvo que recurrir al cómputo de actas. Esto retrasó la publicación de resultados en diferentes distritos.
Incluso, la Fiscalía que atiende temas relacionados con posibles delitos electorales detuvo a dos exautoridades del TSE que fueron señaladas por delitos de destrucción de registros informáticos e incumplimiento de deberes.
¿Cuáles son las tareas pendientes?
Los partidos políticos deben ser conscientes de las deficiencias que se presentaron principalmente en la primera vuelta de las elecciones de junio de 2019. Si bien hubo mejoras para los comicios en la segunda ronda, ahora se necesita la disposición de cada uno de los actores políticos para garantizar que la autoridad electoral pueda hacer su trabajo. La observancia de las fuerzas políticas fortalece al sistema electoral y brinda certeza al proceso electivo.
Por su parte, la autoridad electoral cuenta con una gran oportunidad. Es importante que cumpla las recomendaciones de los organismos internacionales. Se debe garantizar que el conteo de los votos que hace la ciudadanía en los centros de votación pueda ser transmitido en tiempo real por los propios ciudadanos, utilizando tecnologías de reconocimiento, transmisión, digitación y digitalización ágiles, confiables y blindados de intereses maliciosos que solo abonarían a un clima de zozobra en torno a la renovación de los poderes en Guatemala.
La participación externa e internacional debe ser garante en la observancia de las etapas del proceso electoral. Ya en 2019 hubo acompañamiento cívico al proceso electoral, en el que se pudieron identificar las deficiencias. Por ello, es importante que la autoridad electoral de Guatemala genere insumos que garanticen la certeza respecto a los resultados, que proporcione información rápida, fluida, y que busque mecanismos que permitan darle gobernabilidad al país, en medio de una elección que promete altos niveles de competencia.
El TSE de Guatemala tiene hoy la oportunidad histórica de brindarle al pueblo guatemalteco la tranquilidad de que sus votos serán contados con absoluta transparencia, a la vista de todos y con la conformidad de los fiscales electorales, en un proceso confiable que brinde certeza, amplio consenso y viabilidad de futuro para Guatemala. Afortunadamente, el fantasma del fraude no está presente con respecto a las elecciones del próximo junio, ya que el TSE ha sido claro en sus determinaciones, lo que se traduce en retornar a la confianza ciudadana, en vías de un proceso limpio y sin sobresaltos.
El uso de tecnologías aplicadas por la propia ciudadanía, validada con todos los esquemas de seguridad y en una dinámica de tiempo real, además del acompañamiento de la auditoría técnica internacional, podrá fortalecer el proceso. La ciudadanía, los actores políticos, las agrupaciones y la sociedad en su conjunto deben dar a Guatemala esta gran oportunidad.
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Autor
Coordinador Nacional de Transparencia Electoral para México y Centroamérica. Posee un Master en Gobernanza, Marketing Político y Comunicación Estratégica por la Univ. Rey Juan Carlos (España). Profesor universitario.