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Mauricio Macri: de ‘mago del Kremlin’ a malabarista en los semáforos

Seguramente la fuga de personal político del PRO de Macri a LLA de Milei consolide en la elección general de medio término de a este nuevo espacio y lo catapulte a las presidenciales de 2027

Se entiende que la novela de Giulano da Empoli El mago del Kremlin gira alrededor de una de las profesiones políticas más antiguas: la del estratega político. Ya sea un asesor, un consejero o un político, la capacidad para ver escenarios, analizarlos y, desde ahí, proyectar una estrategia de poder es un arte al alcance de pocos. Lo usual es que los políticos se piensen como magos, aunque en su actuar generalmente el traje les queda ajustado.

El expresidente de Argentina (2015-2019) Mauricio Macri seguramente se considera un mago de la política, si tenemos en cuenta sus actitudes, declaraciones y poses de soberbia. Su origen en la política realmente lo avala: creó de la nada un partido vecinal en la Ciudad de Buenos Aires, capital de la república, con el que consiguió victorias electorales y la jefatura de gobierno desde 2007 hasta la actualidad. Al nacionalizar el partido —Propuesta Republicana (PRO), de tendencia derecha liberal— instaló una cuña en crecimiento entre los dos partidos tradicionales de la política argentina desde mitad del siglo XX: el Partido Justicialista (peronismo) y la Unión Cívica Radical.

El devenir político de la Argentina mostró al PRO en constante desarrollo político hasta su hora estelar: la elección presidencial de 2015, en la que el partido, con la candidatura de Mauricio Macri, ganaba la elección derrotando a un kirchnerismo hegemónico entre 2003 y 2015.

Hasta acá una estrategia política impecable, al punto de haber coronado en una presidencia. Como todo gran estratega, atendiendo a la premisa política que señala que más difícil que conseguir el poder es preservarlo y aumentarlo, la tarea restante del PRO de Macri era, mínimamente, consolidar la presidencia, conseguir la única reelección constitucional posible y luego dejar herederos/as políticos/as que sucedieran a esa nueva hegemonía política.

Nada de eso pasó. Una serie concatenada de gravísimos —para un estratega— errores políticos llevaron al PRO a quedar en tercer lugar en las elecciones legislativas del 18 de mayo pasado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la ciudad de origen del PRO y donde no perdía una elección de cualquier tipo desde 2007. El mago del poder pasaba a ser un simple malabarista de las esquinas de la ciudad.

La presidencia de Mauricio Macri, una vez desalojado el kirchnerismo, comenzó con un consenso social elevadísimo que lo llevó a una clara victoria en las elecciones de medio término de 2017, no obstante una política un tanto errática sobre todo en lo económico, punto crucial de su programa electoral. Esa sinuosidad en la toma de decisiones llevó al gobierno a pedir un préstamo extraordinario del FMI a fin de sostener el tipo de cambio y controlar la inflación. El fracaso de este proyecto lo obligó a una fuerte devaluación, pérdida de credibilidad de los mercados, inflación y descontento social. Empezaba el camino al calvario.

La mala comunicación política, la inflación y una serie de movimientos políticos desacertados llevaron la elección presidencial de 2019 a un terreno un año antes impensado: la vuelta del vilipendiado kirchnerismo al poder, con un candidato elegido por Cristina Fernández de Kirchner unos meses antes, y ella en el puesto de vicepresidenta. El sueño de la reelección se desvaneció por errores propios y cálculos estratégicos mal planteados.

El gobierno argentino de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, más allá de la pandemia, sucumbió por una feroz y creciente lucha interna entre los funcionarios del presidente y los funcionarios y militantes de Cristina, por una inflación galopante en el último año y por una candidatura oficialista para 2023 por parte de un político oportunista y de discurso percibido como demagógico y falto de sustento. En ese contexto, el triunfo electoral del PRO, única oposición competitiva, estaba ya casi garantizado en la candidatura del dos veces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Inexplicablemente Macri la desperdició provocando un conflicto interno en el PRO entre Rodríguez Larreta, tal vez con miedo a que su seguro triunfo electoral lo desplace del liderazgo del partido, y Patricia Bullrich, figura importante del partido pero de tradición ubicua en la política.

El resultado fue la derrota electoral del PRO en las generales —se ubicó tercero— y el pase a ballotage del candidato kirchnerista y la novedad política de La Libertad Avanza (LLA), de Javier Milei. El traslado del voto PRO a Milei en el ballotage coronó el sorpresivo triunfo electoral de este último.

¿Cómo se ubicó Macri en este nuevo escenario? En el rol autodesignado de estratega político y socio político “prestando” funcionarios dado el carácter novedoso e improvisado en términos de estructura política del nuevo gobierno.

El gobierno de Milei recibió a Macri con cortesía, pero en la medida en que se afianzaba y se daban sus primeros aciertos políticos —control de una inflación desbocada—, el presidente comenzó, primero, a retardar cualquier alianza política, luego a esquivar los intentos de acercamiento de Macri y, por último, a despreciar cualquier acuerdo con él, a señalar que en todo caso los políticos del PRO se pasen a LLA y, luego de la victoria de LLA en “el bastión amarillo del PRO” (la ciudad de Buenos Aires y el color insignia del PRO), a decir que Macri ya se debe retirar de la política. Cualquier medio y análisis político señala estos días que el fracaso estrepitoso del PRO se debió a los errores forzados con los que Macri pensó y protagonizó esta elección.

Seguramente la fuga de personal político del PRO a LLA consolide en la elección general de medio término de octubre a este nuevo espacio y lo catapulte a las presidenciales de 2027. Salvo que el síndrome Macri —de mago a malabarista de calle— asole también a Milei.

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Director de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús. Profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Univ. de Buenos Aires (UBA). Licenciado en Sociología por la UBA y en Ciencia Política por Flacso-Argentina.

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