Enrique Gomáriz Moraga ha sido investigador de FLACSO en Chile y otros países de la región. Fue consultor de agencias internacionales (PNUD, IDRC, BID). Estudió Sociología Política en la Univ. de Leeds (Inglaterra) con orientación de R. Miliband.
Desde hace mucho tiempo, Brasil y Estados Unidos practican el doble juego de ser aliados y competidores en la escena internacional pero la guerra en Ucrania ha aumentado las divergencias.
Hay bastante coincidencia entre los analistas brasileños acerca de que el reciente asalto a los edificios de los poderes públicos tiene el efecto inmediato de abrir una ventana de oportunidad a favor de la acción de gobierno de Lula da Silva.
El mandato que se inicia se avizora cuesta arriba y los primeros signos de esta andadura muestran que, desafortunadamente, la meta prometida por Lula de unir a los brasileños es poco menos que inalcanzable.
Los gobiernos progresistas de la región, lejos de impulsar a fondo los programas izquierdistas, deben lograr el equilibrio entre la ejecución moderada de esos programas y acuerdos amplios con las fuerzas de oposición para evitar la polarización.
El clima económico es de estancamiento e inflación en medio de una crisis internacional y el clima político está marcado por una profunda división entre una izquierda contenida y una derecha agresiva.
El valor sustantivo de la democracia consiste en que es un sistema que le permite a un conjunto de personas adoptar decisiones colectivas en condiciones pacíficas y previsibles, más allá del resultado.
Pese a la abultada derrota en el plebiscito chileno, amplios sectores de la izquierda latinoamericana seguían acariciando la idea, hasta la víspera de las elecciones en Brasil, de un nuevo ciclo progresista en la región.