Cientista Político. Graduado en la Universidad Nacional Autônoma de México (UNAM). Diplomado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién.
Generalizar sus características solo genera sesgos analíticos que no contribuyen a la explicación científica y a la pregunta de: ¿por qué la gente está optando por líderes autoritarios?
El ascenso del autoritarismo en el mundo no puede ser visto como un fenómeno homogéneo. El estudio particular de casos nos permite delimitar de forma objetiva y concreta la realidad que estamos observando.
Las redes sociales contribuyen a que los regímenes autoritarios ya no sean tan herméticos y sólidos, ya que están expuestos a que, con un solo clic o video, el mundo sepa de ellos.
El avance de la ultraderecha en los comicios europeos no sólo resuena en la región sino que puede llegar a ser un motor de radicalización de las derechas tradicionales de América Latina.
Los líderes carismáticos tienden a sobrepasar sus gobiernos y se vuelven motores de proyectos políticos; mientras que quienes asumen el poder por la vía legal enfrentan el reto de crear un aura propia.
Los líderes autoritarios populistas buscan socavar los mecanismos de control que limitan su capacidad de acumular poder. Ya sea en sistemas presidenciales o parlamentarios, su comportamiento se asemeja más al de monarcas absolutos que al de líderes elegidos democráticamente.
La religión se ha vuelto un instrumento para reconquistar la fe de los votantes, fusionándose con el populismo para santificar la política y transformar la relación entre ciudadanía y líderes.
La erosión democrática no se limita al surgimiento de líderes populistas, la disminución de la participación electoral y el respaldo a figuras autoritarias. En varios países latinoamericanos, se observa cada vez más la creciente influencia de los militares sobre el poder civil.
Varios gobiernos han utilizado el argumento de los derechos humanos para abrir la puerta a la reelección indefinida. Pero principalmente se trata de líderes personalistas y autoritarios donde los pesos y contrapesos del sistema democrático han sido capturados o erosionados.
2024 será un año definitorio para la democracia en la región. El Salvador, Panamá, República Dominicana, Perú, México y Uruguay escogerán a un nuevo presidente y serán los encargados de delinear la tendencia política de América Latina.