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Del lado de la libertad

La elección clara de Javier Milei como presidente de Argentina nos deja dos lecciones importantes. La primera es el rechazo de una gran mayoría de los argentinos al Kirchnerismo. A pesar de su retórica democrática, los «gobiernos K» han sido aliados de quienes niegan las violaciones de derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Han sido parte importante de redes como el Grupo de Puebla, que, con voceros como los ex presidentes de Bolivia, Evo Morales y de Ecuador, Rafael Correa, avalan prácticas autoritarias, socavan a la democracia y dan oxígeno a los dictadores a través de sus declaraciones públicas. La segunda lección es la necesidad de construir mayorías a favor de la libertad y la democracia desde el centro político. El éxito del nuevo gobierno argentino dependerá de la capacidad de la centroderecha en aportar gobernabilidad y sensatez a la administración entrante.

Necesidad de sensatez

En un continente donde el péndulo electoral muchas veces oscila entre posiciones maximalistas de ambos lados del espectro político, hacen mucha falta voces sensatas y demócratas capaces de desarrollar proyectos políticos de largo aliento, dar rumbo a gobiernos responsables, y cumplir con sus promesas y los anhelos de la población latinoamericana. El socialismo bolivariano promete soluciones fáciles y termina defraudando las esperanzas de millones de latinoamericanos. Un estadio de fútbol lleno de personas gritando «¡Fuera Petro!» en el reciente partido de Colombia contra Brasil en Barranquilla, escenificó esta decepción de una manera muy drástica.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador no solamente busca la cercanía con los dictadores de la región. También persigue una agenda autoritaria de desmantelar sistemáticamente a órganos del Estado como el Instituto Nacional Electoral o la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Solo gracias al trabajo conjunto de los partidos opositores históricamente enfrentados, hemos podido frenar algunos aspectos de su agenda antidemocrática.

Es más, gracias a esta cooperación y al liderazgo excepcional de la senadora Xóchitl Gálvez, el próximo mes de junio de 2024 tenemos la oportunidad real de otorgar otra derrota al socialismo bolivariano y a las redes internacionales de izquierda autoritaria que tanto daño nos han hecho. Para lograrlo, vamos a necesitar los ojos de la comunidad internacional puestos en este proceso electoral. Como ha ocurrido con muchos gobiernos de esta línea, es probable que AMLO y su partido no vayan a querer reconocer fácilmente una posible derrota.

Foro América Libre

El ejemplo mexicano nos muestra que solamente unidos podemos ganar. Esta experiencia es muy importante para todos los amantes de la libertad y la democracia en América Latina. En este sentido, hace poco nació una esperanza, el «Foro América Libre». Ocurrió a finales de octubre de 2023. Convocamos a partidos políticos, centros de pensamiento, dirigentes políticos, representantes de la sociedad civil y otros actores a una fiesta de libertad y democracia en la Ciudad de México. Más de 30 organizaciones y participantes de 25 países respondieron a este llamado. El Foro América Libre busca ser un espacio nuevo. Tiene como objetivo la coordinación y diálogo para crear un frente común desde el centro político, con valores y principios claros. Siempre del lado de la democracia. Siempre del lado de la libertad.

La enorme atención mediática en la región a nuestro encuentro en octubre mostró que muchos han esperado un espacio como el Foro América Libre. En nuestro escenario, expresidentes compartieron sus experiencias. La vicepresidenta del Parlamento de Ucrania agradeció la solidaridad de los presentes frente al ataque de Vladimir Putin y la nueva generación de políticos aportó su entusiasmo por una América Libre. Nuestro desafío ahora es transformar esta experiencia en un espacio permanente de unidad democrática frente a la amenaza.

Mas allá de la diversidad de los asistentes de la primera edición del Foro América Libre, todos nos unimos cuando en presencia del excandidato presidencial y expreso político de Nicaragua, Félix Maradiaga, otorgamos un premio de derechos humanos a una silla vacía. Esta silla representaba a Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa en Nicaragua, preso político del dictador Daniel Ortega condenado a más de 26 años de cárcel. El destino inhumano de Monseñor lo comparten muchos activistas en Venezuela y Cuba, países defendidos internacionalmente por el Grupo de Puebla y sus aliados. Los perseguidos políticos necesitan a los demócratas del mundo, y ellos nos necesitan a nosotros.

*Este texto fue publicado originalmente en Diálogo Político

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