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El auge evangélico se modera: el Censo de 2022 muestra un Brasil más plural y menos predecible 

Brasil redefine su mapa religioso: el Censo 2022 revela un pluralismo creciente, con católicos en retroceso, evangélicos en ascenso moderado y mayor diversidad de credos y no creyentes.

El Censo de 2022 ofrece una imagen precisa de cómo ha cambiado el panorama religioso en Brasil durante la última década. Si bien la mayoría de la población continúa identificándose como católica, la proporción de creyentes ha vuelto a caer significativamente, lo que confirma una tendencia continua de pérdida de dominio. Los evangélicos, por su parte, siguen creciendo, pero a un ritmo más lento de lo que algunos analistas proyectaban. Al mismo tiempo, tanto el número de ciudadanos que se declaran sin religión como el de seguidores de religiones afrobrasileñas están creciendo, lo que refuerza la idea de un Brasil cada vez más plural en términos de fe.

En comparación con 2010, el catolicismo perdió varios puntos porcentuales y ahora representa poco más de la mitad de la población. Los movimientos espiritistas también disminuyeron ligeramente. Por otro lado, aumentó el número de evangélicos, al igual que el de seguidores de religiones afrobrasileñas, que registró un crecimiento significativo, y el de quienes se declaran apátridas, que ya supera el 9% de los brasileños. Si bien las cifras absolutas son importantes, el aspecto más interesante reside en la dinámica de estos cambios: ya no es posible hablar de un único proceso de sustitución religiosa, sino de una progresiva diversificación del panorama religioso brasileño.

Estos resultados refutan la tesis del demógrafo José Eustáquio Diniz Alves, de la Universidad Federal de Minas Gerais, quien proyectó que los evangélicos serían mayoría para la década de 2030. Para Alves, el descenso constante de los católicos y el rápido crecimiento de los evangélicos harían inevitable este escenario. Sin embargo, la realidad reveló un panorama más complejo. Como ha argumentado el sociólogo Paul Freston, de la Universidad Federal de São Carlos, en diversas encuestas, es improbable que los católicos desciendan por debajo del 40% de la población, y los evangélicos nunca superarán el 35%. La idea de una transición lineal hacia una mayoría evangélica ignora la naturaleza reflexiva y activa de las dinámicas sociorreligiosas: los actores no son meros receptores de tendencias, sino que reaccionan y adaptan sus prácticas, alterando el curso de las proyecciones.

Más allá de las cifras, lo que el Censo confirma es que la religión en Brasil está en un proceso de reconstitución, con profundas consecuencias políticas y sociales. El segmento evangélico, incluso sin alcanzar la mayoría, ha consolidado una considerable influencia política. El Frente Parlamentario Evangélico (FPE), también conocido como el «Caucus Bíblico», es considerado por analistas como la socióloga Christina Vital —en artículos publicados en O Globo— como uno de los grupos más cohesionados e influyentes del Congreso Nacional. Su agenda conservadora ha marcado debates clave sobre educación, familia, derechos reproductivos y políticas públicas en los últimos años. Magali Cunha, en un análisis publicado en Carta Capital, coincide en que este grupo parlamentario puede influir más allá de la proporción demográfica de evangélicos, gracias a su capacidad organizativa y presencia territorial.

El Censo también proporciona datos reveladores sobre la composición interna de las comunidades religiosas. Las religiones afrobrasileñas, históricamente vinculadas a la población negra, han atraído a un número creciente de creyentes blancos en la última década, prácticamente triplicándose entre 2010 y 2022. Por otro lado, se ha observado un aumento de la población negra en las iglesias evangélicas, lo que indica una mayor movilidad y permeabilidad entre las diferentes tradiciones religiosas. Estas intersecciones mitigan la idea de bloques rígidos y homogéneos, mostrando en cambio un campo religioso dinámico y en constante cambio.

El perfil educativo de los evangélicos también ilustra el alcance social de este grupo. Si bien se ha observado un aumento en los niveles de educación secundaria y superior incompleta, los evangélicos siguen teniendo una presencia destacada entre los sectores con bajos niveles de educación. Esto los conecta estrechamente con las poblaciones más vulnerables, donde su influencia se extiende más allá de lo espiritual. Abrir una iglesia en Brasil es un proceso sencillo: solo en 2019, se abrieron más de 6300 nuevas iglesias evangélicas, lo que equivale aproximadamente a 17 iglesias al día. Esta expansión territorial permite a muchas congregaciones ofrecer no solo servicios religiosos, sino también asistencia social: distribución de canastas de alimentos, tutorías, asesoría legal y apoyo profesional. El lenguaje sencillo y directo de los pastores también facilita la comunicación con comunidades con bajo nivel educativo, reforzando el sentido de pertenencia y apoyo.

Sin embargo, esta proximidad también genera paradojas. Si bien las iglesias prometen prosperidad y crecimiento personal, en muchos casos funcionan como espacios donde la ausencia de políticas públicas se compensa con discursos de resiliencia y aceptación. La promesa de «conformarse con lo que se tiene» reemplaza parcialmente las demandas de transformaciones sociales más estructurales. Este fenómeno ayuda a comprender por qué los evangélicos mantienen una base sólida entre los sectores populares, incluso cuando sus condiciones de vida no mejoran sustancialmente.

Al mismo tiempo, otra categoría está cobrando prominencia: los no religiosos. Su crecimiento constante, aunque menos espectacular que el de los evangélicos en décadas pasadas, refleja transformaciones culturales más amplias. Para la economista Deborah Bizarria, en una columna publicada en Folha de S. Paulo, este grupo no solo cuestiona la tesis de una «explosión evangélica», sino que también introduce nuevas variables en el análisis económico y social. Los no religiosos influyen en el mercado de consumo y en las dinámicas culturales, obligando a repensar la relación entre religión, economía y política en el Brasil contemporáneo. El panorama que emerge del Censo es, por lo tanto, el de un país menos homogéneo y más pluralista en términos religiosos. La hegemonía católica continúa en declive, pero sin desaparecer; el evangelicalismo mantiene su influencia y poder político, aunque su crecimiento ha perdido el impulso que lo proyectaba como una mayoría inevitable; las religiones afrobrasileñas demuestran vitalidad y atractivo más allá de sus bases históricas; y las religiones no religiosas avanzan de forma constante, transformando el panorama.

Brasil se convierte así en un laboratorio donde la religión, la política y la economía se entrelazan cada vez más. La «explosión evangélica» no se ha materializado en los términos que algunos anticipaban, pero el pluralismo religioso ya es una realidad ineludible. Y en este pluralismo reside, quizás, la clave para comprender las tensiones y posibilidades del Brasil del futuro.

Autor

Doctor en Sociología Política por la Universidad Estatal Darcy Ribeiro del Norte Fluminense (UENF), Brasil. Becario postdoctoral en el Programa de Posgrado en Sociología Política de la UENF.

Doctor en Sociología por la Universidad Humboldt de Berlín. Profesor de la Universidad Estatal Fluminense del Norte de Río de Janeiro (UENF), Brasil. Actualmente es investigador postdoctoral visitante en la Universidad de Bremen, Alemania.

Doctora en Sociología por la IUPERJ (actualmente IESP/UERJ). Profesora de la Universidad Estatal Fluminense del Norte de Río de Janeiro (UENF), Brasil. Realizó prácticas postdoctorales en la Universidad de Utrecht, Países Bajos (2025) y en el ISCTE-Instituto Universitario de Lisboa (2015).

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