Según el Índice de Percepción de la Corrupción publicado recientemente por Transparencia Internacional, la corrupción aumentó el año pasado en América Latina. El retroceso fue notorio en 11 países, México registró la mayor caída y Venezuela se consolidó como uno de los países más corruptos del mundo. En el año 2016 los latinoamericanos hemos sido testigos de la filtración de los Panama Papers y el destape del caso Odebrecht, dos de los mayores escándalos de la historia.
A solo cinco meses del encarcelamiento del expresidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, por encabezar una red de defraudación aduanera en su país, fue condenado en marzo del 2016 Marcelo Odebrecht, expresidente de la mayor constructora de América Latina, a casi 20 años de cárcel. Tras negociar junto a 77 ejecutivos de la empresa el mayor acuerdo de colaboración de la historia, el pasado 22 de diciembre se hizo público el informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Allí, los representantes de la empresa explican cómo durante 15 años pagaron unos 800 millones de dólares en sobornos para adquirir contratos de más de 100 proyectos en 12 países de América Latina.
Además de las repercusiones que ha tenido en Brasil, el acuerdo se ha convertido en una amenaza a la clase política de los países involucrados. Si bien el Departamento de Justicia estadounidense aún no ha divulgado los nombres de los involucrados fuera de Brasil, las Fiscalías y los Gobiernos de Venezuela, República Dominicana, Panamá, Argentina, Ecuador, Perú, Guatemala, Colombia y México han anunciado que iniciarán investigaciones.
En Perú las repercusiones no han tardado en llegar y la Fiscalía solicitó el arresto del expresidente Alejandro Toledo, quien fue acusado de haber recibido 20 millones de dólares en sobornos. Además del sucesor de Fujimori (también encarcelado por corrupción), el caso podría llegar a amenazar a todos los expresidentes peruanos desde el retorno a la democracia.
Colombia es otro de los países que vive un terremoto político. Tanto la campaña electoral del presidente Juan Manuel Santos como la del exministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, candidato del Centro Democrático de Uribe, están siendo investigadas por supuesta financiación ilegal. Hasta el momento, el exviceministro de Transporte durante el gobierno de Álvaro Uribe, Gabriel García, y el exsenador Otto Nicolás Bula han sido encarcelados por recibir sobornos por más de 11 millones de dólares.
De momento, empiezan a salir a la luz las primeras acusaciones. Sin embargo, los documentos divulgados hasta ahora pueden ser solo la punta del iceberg. Todavía no han declarado algunos ejecutivos claves de la empresa. Por ende, hay una gran expectativa de que se sigan destapando escándalos.
El 9 de mayo, cuando Marcelo Odebrecht llevaba dos meses en prisión, los diarios del mundo amanecieron con el titular de los Panama Papers. A través del Consorcio Internacional de Periodistas, se habían filtrado 11,5 millones de documentos confidenciales del proveedor de servicios corporativos Mossack Fonseca, que comprendían datos financieros de sus clientes. La información salpicó a decenas de líderes mundiales y figuras públicas en todo el mundo por conexiones con estructuras financieras opacas en paraísos fiscales que permiten la evasión fiscal.
Si bien se trata de un estudio con sede en Panamá, los documentos filtrados contienen información que afecta a clientes de todo el mundo. Por tanto, una gran cantidad de latinoamericanos, entre ellos políticos y empresarios, se han visto afectados. En Argentina, por ejemplo, los documentos vincularon al propio presidente Mauricio Macri con una sociedad “offshore” registrada en las islas Bahamas. En Brasil, políticos de seis partidos fueron vinculados a este tipo de empresa. Y en Ecuador, el principal nombre citado fue el de Pedro Miguel Delgado Campaña, exgobernador del Banco Central y primo del presidente Rafael Correa.
Esta ola de acusaciones y juicios convierten al 2016 en un año ícono de la corrupción en la región, ya que nunca habían sido acusadas tantas personas cercanas al poder en tantos países a la vez.
Esta ola de acusaciones y juicios convierten al 2016 en un año ícono de la corrupción en la región, ya que nunca habían sido acusadas tantas personas cercanas al poder en tantos países a la vez. Este es el motivo por el cual la percepción de los latinoamericanos sobre la corrupción ha aumentado.
Sin embargo, esto no quiere decir que la corrupción en sí haya aumentado. De hecho, la mayoría de los actos no se han sucedido en el último año. En cuanto a Odebrecht, el pago de sobornos se ha prolongado por más de 15 años y algunos de los casos que salieron a la luz, a raíz de las filtraciones de los Panama Papers, se remontan a la década de los 70. Lo que ha pasado es que la presión de los ciudadanos, las instituciones judiciales y algunos organismos internacionales han terminado por destapar lo que se ha ido acumulando durante décadas.
De acuerdo con Transparencia Internacional, la revelación de las historias de corrupción en la región es una muestra de que los países están combatiendo este fenómeno. Si bien los ciudadanos se enfurecen cada vez más ante cada nuevo episodio, las posibilidades de robar y no pagar se vuelven más escasas.
Foto de Surizar en Trendhype / CC BY-NC
Autor
Political scientist. Senior researcher at the German Institute of Global and Area Studies - GIGA (Germany). Former Secretary General of the Latin American Association of Political Science - ALACIP. Specialized in comparative political institutions in L.A.