Coautores Bruno Ferreira y Ester Athanásio
Una encuesta reciente de SaferNet (2023) señala que el discurso de odio difundido en Internet ha crecido en los últimos años en Brasil, con especial atención a la discriminación de la intolerancia religiosa, la xenofobia y el neonazismo, crímenes con un aumento récord en el primer semestre de 2022 en comparación con el mismo período de 2021. La investigación, que comenzó en 2017, también señaló que el discurso de odio prolifera aún más en años electorales.
Aunque los estudios aún son preliminares, se cree que la narrativa del extremismo violento combinada con la oferta digital es un componente importante en la motivación de los ataques armados registrados en las escuelas brasileñas en los últimos años. Las herramientas y contenidos digitales no pueden ser vistos simplemente como un enemigo a ser eliminado en favor de la seguridad y la paz en las escuelas.
Las tecnologías y los fenómenos comunicativos que rigen todo esto son cada vez más invisibles para el usuario medio, lo que dificulta aún más la comprensión de este escenario. Los algoritmos, sometidos a la lógica y a los intereses empresariales, personalizan lo que vemos hasta el punto de exponernos a retazos selectivos de la realidad, dirigiendo comportamientos y moldeando nuestras opiniones de forma muchas veces perjudicial.
Estas mecánicas acaban priorizando y reforzando la participación en contenidos sesgados, ofensivos o violentos, e incluso pueden empujar a ciertas personas más susceptibles a entornos -y acciones- que propagan el extremismo violento. Por eso, el debate sobre la regulación de las redes sociales y la exigencia de responsabilidades a las grandes empresas tecnológicas desempeña un papel importante y debe intensificarse.
El papel de la educación mediática
Por tanto, necesitamos un enfoque crítico, maduro y preventivo del entorno digital, algo que nos ofrece la educación mediática. La educación mediática es una forma sostenible y a largo plazo de intentar invertir algunos de estos fenómenos y aprovechar el enorme potencial de la tecnología para acercar y colaborar entre grupos y comunidades.
La educación mediática desempeña un papel importante en la construcción de una sociedad sana. Es un compromiso con el desarrollo de competencias críticas en relación con los medios de comunicación y la información, en el sentido de preparar a las personas para acceder, analizar, producir y difundir mensajes mediáticos de forma crítica, lo que les ayuda a fundamentar sus decisiones con mayor seguridad y a participar constructivamente en el debate político.
Las personas alfabetizadas mediáticamente son más capaces de percibir violaciones de derechos como el racismo, la incitación al odio y el silenciamiento, y de hacer un uso ético de los medios de comunicación para mejorar la sociedad y ejercer su ciudadanía. Este enfoque también es fundamental para hacer frente a las diversas expresiones de violencia en la sociedad y, más concretamente, a las nuevas formas de violencia contra las escuelas.
En este sentido, urge capacitar a los docentes de todas las áreas (desde el nivel de pregrado) para que integren estrategias de educación en medios en sus prácticas cotidianas de enseñanza de manera permanente, proporcionando una comprensión más crítica del papel de los medios en nuestra sociedad y de nuestras responsabilidades en este entorno.
Reconocer la educación mediática
Al reconocer el papel y el lugar de la educación mediática en los planes de estudio, situándola como un derecho de los estudiantes y una condición básica para aprender y vivir pacíficamente en sociedad, podemos ver sus diversos frentes de actuación.
El primero de ellos es el desarrollo de habilidades para consumir información de forma cualificada y responsable, lo que implica comprobar la veracidad de los mensajes y la fiabilidad de las fuentes y construir una comprensión más juiciosa de situaciones complejas, equilibrando cantidad y calidad de la información, evitando el ciclo de ansiedad generado por el consumo excesivo e irreflexivo de información. Esto es esencial para hacer frente a las oleadas de fake news y rumores que son en sí mismos una forma de violencia.
La segunda es comprender que la circulación de desinformación viola los derechos humanos, y que todos somos responsables en este entorno: como lectores críticos que identifican la desinformación y actúan para detenerla, y como productores conscientes que se expresan a través de contenidos fiables, éticos y respetuosos. La educación mediática es, por tanto, esencial para implicar a alumnos y familias en la tarea de romper la cadena de pánico y desinformación en el contexto de situaciones violentas.
Otro frente de actuación es desnaturalizar la retórica violenta y/o discriminatoria de posts, chistes y memes irrespetuosos que perpetúan prejuicios o refuerzan desigualdades -y que, por tanto, insensibilizan a las personas ante los problemas sociales y pueden llegar a vulnerar derechos. Comprender el alcance y las consecuencias de los mensajes que producimos y compartimos es esencial para construir una cultura que valore, y no sólo acepte, las diferencias. Se trata de un enfoque esencial para resignificar las redes como espacio de conexión y participación, en lugar de aislamiento.
Pedagogía de la comunicación para la coexistencia pacífica
Adoptando un enfoque colaborativo y participativo, los proyectos de educomunicación y comunicación popular pueden contribuir a crear un entorno escolar más pacífico y justo, esencial para afrontar de forma sostenible y duradera los desafíos crónicos de la violencia escolar. De este modo, la comunicación en la escuela va más allá del conocimiento disciplinar, convirtiéndose en una pedagogía necesaria para construir vínculos, valorar la diversidad y acoger la diferencia.
En este sentido, las prácticas pedagógicas deben, de forma transversal, dar cabida a que los alumnos expresen y reflexionen sobre sus hábitos mediáticos, no sólo para que el aprendizaje sea más significativo, sino también para que entiendan la escuela como un espacio de desarrollo de su propia identidad. Además, la educación mediática puede servir de nexo entre otros enfoques fundamentales que incluyen temas como la democracia, los derechos humanos, la ciudadanía y sus diversas incidencias en los entornos online y físico.
Estas reflexiones en edad escolar también son poderosas para provocar el debate entre los estudiantes y las personas de su entorno que se están quedando atrás en la educación digital. La alfabetización mediática puede ser un pretexto interesante para educar, para la ciudadanía y la paz, promoviendo conversaciones entre personas con diferentes roles en la comunidad escolar, pero que comparten preocupaciones y responsabilidades comunes.
Es fundamental reflexionar sobre cómo ampliar los espacios de participación escolar a la vida cotidiana en el aula, no restringiendo esta experiencia democrática a pequeños grupos de alumnos que participan en el consejo de estudiantes o en el periódico escolar. Estos espacios deben inspirar la apertura de otros innumerables que garanticen a todos los alumnos el derecho a pertenecer y expresarse en este lugar.
*Este texto forma parte del proyecto (Re)connecting: bringing people together to overcome violence in schools, del Instituto Aurora, con el apoyo institucional de L21.
Bruno Ferreira. Asesor pedagógico de EducaMídia, el programa de educación mediática del Instituto Palavra Aberta. Periodista y profesor, máster en Ciencias de la Comunicación y especializado en Educomunicación por la ECA/USP.
Ester Athanásio. Consultora del Instituto Aurora, periodista, máster en Comunicación y doctoranda en Políticas Públicas por la UFPR.