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Chile: la difícil aceptación de la realidad

Luego de la abultada derrota del plebiscito sobre el cambio constitucional del pasado 4 de septiembre (dos tercios de los votos frente al tercio restante) daba la impresión que el Presidente Boric había superado el espejismo que se produjo con su victoria electoral en la segundas vuelta de las elecciones presidenciales. Al menos así lo parecía su inmediato cambio de gobierno, desprendiéndose de miembros del sector duro de su Frente Amplio y sustituyéndolos por conocidos representantes de la denostada Concertación. Sin embargo, aceptar la dura realidad no era tan sencillo. Así que lo que realmente ha sucedido es la división interna del proyecto original, dando lugar a lo que hoy se conoce en Chile como “las dos almas de Boric”.

Para entender mejor esta polaridad política, conviene recordar el origen del espejismo que entusiasmó a tanta gente dentro y fuera de Chile. Dos aspectos fueron cruciales al respecto. El primero referido a la verdadera dimensión de su victoria electoral. Como solo había votado el 56% del electorado y Boric había obtenido el 55% de esos votantes, el presidente electo contaba con apenas el 27% del total del electorado.

Pero además, los estudios de opinión mostraban que un 70% de los casi tres millones de votos que se sumaron a su candidatura en esa segunda ronda procedían de otros partidos (de centro izquierda), que no seguirían a Boric en el futuro. Es decir, que la “amplia marea electoral” de Boric no alcanzaba ni a un cuarto del electorado.

El otro elemento del espejismo aludía a la idea de que el apoyo a Boric era producto directo del espíritu imparable del estallido social del 2019. Los sondeos de opinión mostraban que el apoyo a lo sucedido en 2019 era bastante menor de lo supuesto. Varios observadores en el país señalaron que esos hechos habían sido “sobrefestejados”. En realidad, más de la mitad de la población chilena tenía una visión crítica de lo sucedido.

Ese espejismo pareció deshacerse tras la derrota del plebiscito constitucional, que el propio Gobierno presentó con parte de su proyecto original. Sin embargo, el alma radical de ese proyecto se mantuvo firme e incluso planteó la realización de una contraofensiva. No importaba que los sondeos mostraran un rápido deterioro de la imagen gubernamental, con una desaprobación que se situaba en torno al 70% respecto del propio presidente. Todavía podían darse combates políticos importantes.

Uno crucial, por ejemplo, era la reforma tributaria que permitiría al gobierno impulsar varias promesas de campaña, comenzando por la reforma de las pensiones. El problema consistía en que eso tendría que aprobarse en el Congreso, donde el presidente no cuenta con una mayoría parlamentaria. Y de nuevo las secuelas del antiguo espejismo se hicieron notar. En vez de negociar con la oposición el contenido de la reforma, el alma radical de Boric consideró que su propuesta era tan buena que arrastraría a los sectores del socialismo democrático que le apoyaron en su victoria electoral.

El resultado ha sido una grave derrota de la reforma en sede parlamentaria, que muchos observadores chilenos consideran el mayor fracaso legislativo de Boric. La reforma pretende recaudar un 3,6% del PIB en cuatro años, unos 10.000 millones de dólares, que permitirían apoyar el programa socioeconómico del presidente.

El gobierno contaba con que representara un punto a su favor el hecho de que la discusión se diera en torno al Dia Internacional de la Mujer. Ya sabía que la derecha votaría en bloque contra el proyecto de ley, pero esperaba captar algunos votos de las bancadas de los partidos progresistas. Al no lograrlo y perder la votación, ahora no podrá volver a presentarla en el Congreso hasta dentro de un año.

Los días que han seguido a esta grave derrota política han mostrado el debate interno entre las dos almas del proyecto Boric. Para el alma radical no se ha ido suficientemente lejos, para la moderada es necesario aceptar la dura realidad de que los votos prestados por el socialismo democrático en la elección presidencial no están ni estarán a su disposición.

Esta confrontación entre las dos almas deberá resolverse pronto, a menos que el gobierno prefiera protagonizar un continuo vaivén de consecuencias negativas, no sólo para su propio proyecto, sino para el conjunto del país.

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Enrique Gomáriz Moraga ha sido investigador de FLACSO en Chile y otros países de la región. Fue consultor de agencias internacionales (PNUD, IDRC, BID). Estudió Sociología Política en la Univ. de Leeds (Inglaterra) con orientación de R. Miliband.

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