Cientista Político. Graduado en la Universidad Nacional Autônoma de México (UNAM). Diplomado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién.
Un diagnóstico erróneo conlleva a una interpretación sesgada de la realidad que debilita los argumentos y en algunos casos incide en la percepción de la ciudadanía.
Latinoamérica ha sido tierra fértil para las parejas que ejercen el poder de forma conjunta, desde autocracias o sucesión en la presidencia hasta candidaturas para alcanzar los máximos cargos de dirección.
En el mundo están apareciendo personajes que desafían el statu quo, promueven agendas antisistema y prometen una verdadera democracia que está marcada por tintes autoritarios.
Para 2025 la actividad electoral se reducirá considerablemente en el mundo, sin embargo, cinco países del continente americano renovarán su poder ejecutivo y legislativo, mientras que dos elegirán al Parlamento y uno al Poder Judicial.
Generalizar sus características solo genera sesgos analíticos que no contribuyen a la explicación científica y a la pregunta de: ¿por qué la gente está optando por líderes autoritarios?
El ascenso del autoritarismo en el mundo no puede ser visto como un fenómeno homogéneo. El estudio particular de casos nos permite delimitar de forma objetiva y concreta la realidad que estamos observando.
Las redes sociales contribuyen a que los regímenes autoritarios ya no sean tan herméticos y sólidos, ya que están expuestos a que, con un solo clic o video, el mundo sepa de ellos.
El avance de la ultraderecha en los comicios europeos no sólo resuena en la región sino que puede llegar a ser un motor de radicalización de las derechas tradicionales de América Latina.
Los líderes carismáticos tienden a sobrepasar sus gobiernos y se vuelven motores de proyectos políticos; mientras que quienes asumen el poder por la vía legal enfrentan el reto de crear un aura propia.
Los líderes autoritarios populistas buscan socavar los mecanismos de control que limitan su capacidad de acumular poder. Ya sea en sistemas presidenciales o parlamentarios, su comportamiento se asemeja más al de monarcas absolutos que al de líderes elegidos democráticamente.