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Inflación y alza en las tasas de interés: ¿una falsa solución?

En su primera reunión del año, el Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal de Estados Unidos decidió un incremento de 25 puntos base en la tasa de interés de referencia para el mercado financiero estadounidense, a fin de encarecer el crédito y, con ello, frenar el consumo y, en consecuencia, la inflación. El ciclo alcista de la tasa de interés empezó en marzo de 2022 y posteriormente se acordó un continuo y drástico aumento que incluyó cuatro movimientos de 75 puntos base. La Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal asegura que la ejecución de esta política monetaria es el único medio para contener la inflación.

El índice de precios al consumidor (IPC) en Estados Unidos cerró el 2022 con un incremento de 6.5% con relación al año anterior. Sin embargo, este es el sexto mes consecutivo en que se observa una reducción en el indicador. Según diferentes estimaciones, es posible afirmar que el incremento en el IPC ha tocado techo y, como asevera el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la actualización de enero de 2023 de las perspectivas de la economía mundial, hay indicios de que el endurecimiento de la política monetaria está comenzando a enfriar la demanda y la inflación. No obstante, las cifras alcanzadas están muy lejos del objetivo del 2% y no existen indicios de que tal meta se logre antes de 2024.

Recientemente, el Sistema de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) señaló que los últimos indicadores apuntan a un moderado crecimiento del gasto y de la producción. Pero, por otro lado, la creación de puestos de trabajo ha sido sólida y la tasa de desempleo se mantiene baja. Partiendo de reuniones previas, la FED señaló que el incremento del desempleo y una menor fortaleza del mercado de trabajo eran necesarios para considerar que la política monetaria restrictiva estaba teniendo efectos relevantes. Por ello, sería imprescindible continuar con la ejecución de la política monetaria restrictiva, y con alzas de ahora en adelante, teniendo en cuenta el efecto acumulativo de la política monetaria implementada, la evolución económica y financiera, y el comportamiento del mercado de trabajo.

La puesta en marcha de estas decisiones implica una sistemática acción de la Mesa del Mercado Abierto en el Banco de la Reserva de Nueva York mediante operaciones de recompra de un día para otro. Es esta acción directa la que permite modificar las tasas de interés. Con medios propios y a partir de instrumentos definidos por cada uno de ellos, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y el Banco Nacional de Suiza han estado aumentando sus tasas con miras a la necesidad de una política monetaria restrictiva para controlar la inflación. De hecho, se observa una relativa sincronía en los aumentos de las tasas de interés en ese grupo de países a partir de la decisión de la FED. Y en otras economías desarrolladas como las de Canadá, Dinamarca, Suecia, Noruega, Australia, Nueva Zelanda e Islandia hay procesos semejantes.

En América Latina, los bancos centrales de las principales economías también han decidido emplear alzas, incluso a un ritmo mayor. La decisión de la FED tiene un impacto en el conjunto de las economías más grandes y en gran parte de las economías de mercados emergentes y en vías de desarrollo. Un aspecto más importante aún es el establecimiento de las condiciones en que operan los mercados financieros de este conjunto de países y, por tanto, del conjunto del sistema financiero internacional.

Entre las principales economías, hay dos excepciones relevantes: Japón y China. El banco central de Japón no ha modificado su política monetaria y mantiene tasas de referencia cercanas al cero. En China, tampoco hay cambios en esta materia, y en un contexto en el que los precios y el crecimiento económico tienen comportamientos distintos al resto de las principales economías.

Las condiciones en las que operan los mercados financieros a escala mundial están definidas a partir de las decisiones de la FED. El alza de las tasas de interés de referencia no implica resultados negativos para todos. Además de los datos de diferentes informes sobre el incremento de la riqueza entre los millonarios del mundo como el de Oxfam o el del Credit Suisse, se agregan otros que están relacionados con el aumento de los beneficios de un reducido grupo de grandes empresas.

Las mayores ganancias, con respecto al periodo inmediato anterior, se dan en las grandes compañías petroleras, de alimentos y bebidas, incluyendo a las que participan en la intermediación de granos y fertilizantes, actividades que se destacan por el notable incremento de sus precios. También se reportan cuantiosas ganancias para los bancos y otras firmas de las finanzas.

El hecho es tan notable que varios Gobiernos de países desarrollados (por ejemplo, el de Estados Unidos) están planteando impuestos específicos para las grandes compañías. Un problema adicional, relevante en el caso de los países de América Latina, es el encarecimiento de la deuda y el incremento de la inestabilidad de sus mercados financieros. Los beneficios de algunos grandes financieros incorporan los réditos más altos pagados por la deuda de países de América Latina, destacándose en ello la deuda pública, aunque esté denominada en moneda nacional.

Los altos beneficios para algunos grupos muestran que bajo condiciones de inflación no todos pierden. Hay compañías que gozan de la capacidad de influir o de establecer los precios y, por tanto, de incrementar beneficios en este contexto. También hay firmas que pueden mover cantidades significativas de recursos y colocarlas en los mercados financieros, obteniendo, así, altos rendimientos por el aumento de las tasas de interés.

Algunas de estas firmas han actuado desde el principio del reciente proceso inflacionario, y han dado pie al incremento de los precios de los artículos que producen o comercializan para mantener sus beneficios. Esto, por el contrario, no se debe al incremento de la demanda y, menos todavía, a un exceso de crédito barato que propicie compras por encima de las capacidades de producción. Pero sí presenta una de las características que define a la inflación: la notable diferencia en el aumento de los precios entre distintas actividades que da cuenta de la redistribución de beneficios entre empresas y la merma diferenciada de la capacidad de gasto entre sectores de trabajadores y familias.

La inflación hoy, así como en el pasado, no es un problema monetario. Además, en el transcurso de los últimos meses el alza de la tasa de interés de referencia en Estados Unidos ha sido un medio para mantener la fortaleza del dólar, justo cuando las tensiones económicas y geopolíticas han aumentado, en particular frente a la economía de China. El alza de la tasa de interés por parte de los bancos centrales lleva a mayores beneficios para un reducido grupo de grandes corporaciones y es un medio para mantener la fortaleza del dólar. 

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Pofesor e investigador titular del Departamento de Economía de la Univ. Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa. Coordinador del Prog. Universitario de Investigación Integración en las Américas. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

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