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Transiciones desde un gobierno democrático

En el mundo están apareciendo personajes que desafían el statu quo, promueven agendas antisistema y prometen una verdadera democracia que está marcada por tintes autoritarios.

A finales del siglo XX y principios del XXI, los politólogos se dedicaron a estudiar los países que transitaban hacia la democracia. Muestra de ello son los cuatro volúmenes escritos por Guillermo O’Donnell, Philippe Schmitter y Laurence Whitehead en los años noventa, llamados Transiciones desde un gobierno autoritario, que analizan los momentos, factores y actores que dieron paso a la democratización en América Latina y la Europa postsoviética.

Ahora, durante la segunda década del siglo XXI, los cientistas sociales estamos interesados en entender los retrocesos, la erosión institucional y el ascenso de líderes autoritarios en varias partes del orbe. De ahí el título de este artículo, Transiciones desde un gobierno democrático, en alusión a los textos mencionados con antelación y al fenómeno autoritario que viven varias naciones actualmente.

Un argumento con el que se ha cuestionado mucho esos textos es que varios de los países que se analizaron en ese momento no necesariamente se encontraban en una transición democrática. La noción de democracia se redujo a elecciones libres y competidas y alternancias en la presidencia. Bajo estos criterios, muchos países como Polonia, El Salvador, Bolivia o Singapur serían considerados democracias.

La democracia va más allá de comicios: implica división de poderes, integridad electoral, respeto a la Constitución y cuidado de los derechos humanos. En los años noventa varios países habían implementado elecciones, los oficialismos perdieron el poder y adoptaron economías de libre mercado. La premisa era que la adopción de estas condiciones conllevaba la democratización, por lo que los países se encontraban en este punto medio del autoritarismo y la democracia.

Cabe destacar que el concepto de transición ha sido muy debatido por la comunidad científica y se ha llegado a un consenso en el que las transiciones son un largo proceso de avances y retrocesos que no tiene un final determinado. Es decir, dada la dificultad para analizar las transiciones a la democracia o el autoritarismo no establecen un punto de conclusión si un país ha alcanzado la plenitud democrática o ha llegado a un régimen totalitario.

Por eso actualmente, al analizar países como Rusia, Hungría, Polonia, México, El Salvador o Malasia, se menciona que son regímenes híbridos, que en los años noventa iniciaron sus procesos de democratización pero que en algún punto mostraron retrocesos. Sin embargo, tampoco pueden ser catalogados como dictaduras o regímenes totalitarios porque no muestran características para ser definidos como tal.

Por eso la categoría de regímenes híbridos ha sido utilizada para definir a países con tintes autoritarios y democráticos. El debate politológico ha estado marcado por conceptos que han surgido como una forma de estudiar las naciones. Por ejemplo, los autoritarismos competitivos acuñados por Steven Levitsky y Lucan Way; las democracias iliberales de Fareed Zakaria, los regímenes sultanísticos de Juan Linz, los autoritarismos electorales de Andreas Schedler o la democratura de Pierre Rosanvallon.

En pleno siglo XXI, las y los politólogos tenemos una paleta de regímenes ante nosotros que deben ser estudiados y analizados a fondo para entender el devenir de los países. Un factor relevante es que, a diferencia de los autoritarismos clásicos, ya no se hace un asalto al poder, sino que ahora se compite en elecciones. Cuando ganan el poder, el sistema y las reglas son demolidas o cambiadas desde adentro.

Liderazgos como el de Andrés Manuel López Obrador en México y el de Nayib Bukele en El Salvador debilitaron el sistema institucional y en algunos casos colonizaron los poderes del Estado para someterlos a su voluntad. En América Latina, estos dos casos son emblemáticos de lo que representa el ascenso de líderes carismáticos que incrustaron su proyecto político e ideológico en el Estado, no solo en el gobierno. Por lo tanto, estas naciones fueron concebidas como regímenes híbridos por diversos proyectos como V-DEM, Freedom House e IDEA Internacional.

En Europa, Rusia, Hungría y Polonia han sido catalogados como democracias iliberales, en las cuales su principal distintivo es que el liberalismo ha dejado de ser un pilar del Estado; luego entonces, este está regido por la ideología del líder que ocupa el poder, Vladimir Putin, Viktor Orbán y el Partido Ley y Justicia, respectivamente. Ejercen control sobre la oposición y la sociedad civil, pero no la hacen desaparecer en su totalidad y en algunos casos los opositores alcanzan puestos de poder.

En Asia existe una gama de países que tienen regímenes de partido hegemónico: Singapur, el ascenso de líderes autoritarios como Prabowo Subianto en Indonesia, la herencia autoritaria en Filipinas de Rodrigo Duterte, el régimen de partido único en la China de Xi Jing Ping o la dictadura de Kim Jong-un en Corea del Norte. Estos países no necesariamente emprendieron transiciones a la democracia o reformas liberalizadoras para dar paso al pluralismo; en algunos casos nunca llegaron, como China y Corea del Norte.

Por otro lado, la herencia de las tiranías como la dinastía Marcos y la mano dura de Rodrigo Duterte son elementos que hasta la fecha marcan el destino de Filipinas. En Singapur el hegemónico Partido Acción Popular gobierna desde la independencia y se mantiene como piedra central del sistema político. Mientras, países como Indonesia, que contaban con una frágil democracia, hoy son encabezadas por personajes fuertes como Subianto, que tienen un largo historial represivo y que se formaron durante la época de la descolonización en los años sesenta y setenta del siglo XX.

En el mundo están apareciendo personajes que desafían el statu quo, promueven agendas antisistema y prometen una verdadera democracia que está marcada por tintes autoritarios. Las ofertas políticas desafían el liberalismo y con ello llegan a los máximos espacios de dirección de las naciones; no es la primera vez que ocurre y tampoco será la última. La realidad nos está mostrando que las transiciones no solamente son hacia la democracia, sino que también pueden darse hacia el autoritarismo.

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Cientista Político. Graduado en la Universidad Nacional Autônoma de México (UNAM). Diplomado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién.

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